sábado, 12 de marzo de 2011

Poquito a poquito...


...conseguimos salir a la montaña, a pesar de curro y enfermedades. Sería demasiado largo detallar todos los planes, pero os dejo enlace a las fotos que atestiguan que estuvimos allí, y nos lo pasamos bien:


  • Pico del Lobo con Joaquín.


  • Maliciosa con Isa, Misha, Sergio, Álvaro e Ignacio (su hermano) ¡casi pleno!


  • Moncayo en incursión relámpago desde Madrid.


  • Algo va mal, de Tony Judt


    Tiempos revueltos, mucho trabajo, muchos planes y poco tiempo tranquilo para leer agusto; apenas puedo fatigar textos técnicos en mi Kindle cuando me toca comer solo o en pequeños ratos sueltos. Hace ya tiempo que terminé "Algo va mal", y dejé que pasara el tiempo antes de dedicarle una entrada en el blog: craso error. He aquí lo que me queda de él: una crítica razonada e implacable a la izquierda progresista que sólo ha sabido caminar hacia un individualismo feroz; una crítica aún más dura a una derecha desconfiada, mala gestora, manipuladora, que sólo sabe hacer economía para unos pocos, no para todos; y una defensa de lo común como medio de conseguir lo que cada uno de nosotros por separado no lograría (parece una perogrullada, pero casi-casi es el quid de la cuestión). Ahora bien: Judt critica cómo las clases medias de occidente han dimitido del común a pesar de beneficiarse tanto como los demás de él. Y veo aquí el error: que no creo que las clases medias, las que realmente soportan el estado del bienestar, perciban que obtienen beneficios de ello. Si creo que una mejor educación estatal, universal, permitirá mejorar el nivel de vida de la mayoría de la ciudadanía, ¿no incorporaría a un mayor número de personas a la clase media pagadora de impuestos? Si creo que una sanidad pública permitirá que mucha gente viva mejor, ¿no redundaría ello en que nuestra sociedad sería más productiva, y entraríamos en un círculo virtuoso de más aportantes, y mejores servicios? Pues la respuesta parece ser "no": los impuestos que se pagan no logran romper barreras y permitir la movilidad social que crearía ese círculo virtuoso. Y si no es así, ¿para qué aportar? ¿Para que unos soporten a otros? Incluso el argumento humanitario tiene sus límites. Pero si realmente se tienen resultados, hay que hacerlos notar, deben mostrarse y hacerse fehacientes. Yo creo en un estado con fiscalidad creciente según ingresos, creo en una sociedad que proteje a los más débiles y a los que el libre juego económico característico de las economías capitalistas deja sin opciones (empresarios incluidos). Pero debe articularse un circuito aportación-resultados que no dependa únicamente de una creencia ideológica que roce la fe: las ideas importan, claro que sí, pero si hemos de ver su impacto en nuestro día a día, el dinero juega su papel.