domingo, 27 de mayo de 2012

The Wisdom of the Crowds, de James Surowiecki

Siempre que dejo un libro sin haberlo terminado, me quedo con un regusto amargo, mitad enfado, mitad tristeza: pienso en el tiempo empleado, en la esperanza de su contenido (¿quién no mira un libro que va a comenzar a leer como un tesoro oculto que va a descubrir?), en la oportunidad perdida de conocer otro libro diferente, etc, etc. En este caso -como en tantos otros-, tampoco puedo decir que sea un mal libro, ni en forma ni en materia: sólo que no era el libro adecuado para este momento. Después de haber trasegado ya decenas de otras fuentes sobre redes sociales, trabajo colaborativo, y crowds, y de estar al cargo de la implantación de un proyecto de estas características en una multinacional, las historias y aportaciones de The Wisdom of the Crowds se quedan un poco cortas: las primeras -las historias-, no profundizan más allá de casos interesantes sobre los que hablar, y las segundas -las aportaciones-, apenas son extractos de otras referencias más sesudas, empleadas habitual y hábilmente como explicaciones de las historias (en una especie de profecía autocumplida, no muy digna). Es un texto idóneo para el que da los primeros pasos en este terreno, porque da casos de ámbitos muy diferentes, y con distintas características, proporcionando además un listado interesante de referencias con las que continuar el camino. Pero si ya has caminado un trecho en estos temas, el libro se queda a un nivel superficial que lo hace farragoso a veces (el caso del fútbol italiano apenas tiene sentido dentro del libro), y en otras suena a historias viejas (el caso del accidente del Columbia no hace sino describir muchas enfermedades de cultura corporativa bien conocidas desde hace tiempo).
Así que lo dejo a la elección del lector: según sea su grado de conocimiento de estos asuntos, procede leer The Wisdow of the Crowds, o revisar la bibliografía para buscar fuentes más aprovechables.

sábado, 26 de mayo de 2012

Pregunta Principito: ¿Por qué sube el café por el terrón de azúcar?

Llevo haciéndome esta pregunta toda la vida. Y cada vez que compartía un café con alguien con conocimientos de física (por ejemplo, ¡porque era físico!), siempre se la he planteado, poniéndole en apuros... porque en general no sabían darme respuesta.
La explicación es sencilla pero, a la vez, complicada: se trata del principio de la capilaridad. Es la propiedad física de algunos líquidos (particularmente, del agua) de ascender por un canal minúsculo siempre y cuando el fluido esté en contacto con ambas paredes del canal, y las paredes estés suficientemente juntas. Esto sucede porque la fuerza de cohesión entre las moléculas del fluido es menor que la adhesión del líquido a las paredes. Cuando sucede al contrario, el líquido "no moja", como le pasa al mercurio, ni tampoco asciende.
En el terrón de azúcar tenemos multitud de estos "tubos" o "canales" creados por los intersticios entre los cubitos que componen el turrón: por eso el agua del café va ascendiendo. Es el mismo fenómeno que sucede cuando la tinta asciende por el papel secante, la mecha se empapa de petróleo en una lámpara o quinqué, y el agua progresa hacia la superficie desde las bolsas subterráneas, circulando a través del suelo. También explica (parcialmente) cómo sube el agua desde las raíces de las plantas sin tener que emplear energía para vencer la gravedad.

Aún con esta explicación, me quedan dos dudas:

  • Balance energético: si el agua asciende contra la gravedad, ¿no está adquiriendo energía potencial? ¿De dónde la saca? ¿Se enfría -aunque sea mínimamente- el café, al ascender por el terrón?
  • Densidad: si el agua sube por el canal, ¿no aumenta el volumen ocupado? Pero si su masa permanece constante, eso significa que pierde densidad... y si tiramos de termodinámica, esto también afectaría al balance energético.
Seguiremos investigando. ¡Se agradece cualquier aportación al respecto!