sábado, 7 de mayo de 2016

La muerte de mi padre, de Karl Ove Knausgård

A veces siento que necesito escribir la entrada en el blog para desembarazarme de un libro, para dejar espacio, no solo intelectual, también emocional, para otras historias, para salir y respirar aire fresco. Y eso es lo que me ha pasado con este libro: no porque fuera agobiante, u opresivo, sino porque su últimas páginas tocaban constantemente cuerdas cuyas notas son dolorosas, amargas, para cualquier persona. Sin respiro.


Karl Ove Knausgård y su famosa trilogía, "Mi lucha", compuesta por "La muerte del padre", "Un hombre enamorado" y "La isla de la infancia", ha sido enormemente polémica en su país de origen, Noruega, al ser un relato preciso, sin ningún tipo de escrúpulo, de los eventos de la propia vida del autor y de sus reflexiones y emociones sobre ellos. Las personas que aparecen en los relatos son o fueron personas completamente reales, los episodios que se narran realmente sucedieron y, lo más radical, las opiniones y sentimientos volcados en las obras son los que el autor tuvo en cada momento, si ningún tipo de filtro (¿o sí).


Estilísticamente también ha abierto un interesante debate, al recuperar una meticulosidad psicológica y descriptiva más propia de la literatura del s.XIX. Esta meticulosidad se aplica al más dramático de los sentimientos, a la más profunda de las reflexiones... pero también al más anodino de los detalles, al aspecto más mundano de lo que rodea al autor en los episodios de su vida. Las contraportadas y reseñas literarias nombran a Thomas Mann y Marcel Proust como referentes de esta escritura. Si esta comparación resulta ampulosa, queda a juicio del lector.

Personalmente, la primera mitad del libro me resultó difícil de leer, porque las historias que cuenta sobre su adolescencia no parecen ser relevantes para ilustrar la relación entre Knausgård y su padre, si es que un juicio así puede realizarse por alguien que no es el afectado.


Sin embargo, la segunda mitad es un crescendo constante tanto en contenido como en forma. El dramatismo, el terrible patetismo de lo que se cuenta, no es explosivo, pero cala y contamina cada párrafo, cada frase. Y, por otro lado, la propia escritura gana en quilates, se vuelve vibrante. Como dije al principio, es como si cada pequeña escena o pensamiento tocara una tecla dolorosa.


Me siento afortunado de haber leído este libro. Porque abre muchas preguntas. Y ninguna trivial: algunas tienen que ver con la vida, otras con la literatura. ¿Cómo se puede criticar un libro que es el relato minucioso de una vida, sin estar criticando a la vida que describe, al propio ser que se pone en el escenario para que todos veamos su actuación en la vida real? ¿Cómo podemos estar seguros de que todos los episodios son ciertos, tal y como se describen? En el fondo, sólo conocemos la versión de Knausgård y, sin que ni siquiera se plantee la cuestión en la obra, toda vivencia es subjetiva, es sólo una perspectiva, y además toda memoria es imprecisa, está contaminada por los múltiples factores que conforman una personalidad, una persona. En mi conocimiento, Knausgård, no pidió permiso a ninguna de las personas que aparecen en la obra. Si fuera así, ¿realmente es un comportamiento ético? Y si hubiera pedido permiso, y no se lo hubieran dado, ¿el escritor debería haber dejado que le influyera cambiando lo que narra, o incluso absteniéndose de publicar la obra? ¿No toca esto el tema de la libertad del creador, y del valor ético del acto de la creación artística? Y, sin que sea menos importante, ¿hasta qué punto me ha impactado esta obra por mi propio momento vital, por lo que me sucede o siento ahora mismo, por cómo yo soy?

Creo que me voy a dejar un buen tiempo para disfrutar de otras lecturas antes de hincarle el diente a uno de los otros dos libros de la trilogía "Mi lucha". Hasta cierto punto, una lectura así es vivir una vida ajena (toda literatura lo sería, en cierto sentido), y tengo que volver a la mía. Mientras tanto, hay que preparar otra entrada sobre un par de libros terminados hace tiempo, y ya voy pensando qué libro de la Guerra Civil voy a leer este verano.