viernes, 7 de enero de 2022

First on the rope, de Roger Frison-Roche

He vuelto a la literatura de montaña, animado por las opiniones positivas sobre este libro y las ganas, o necesidad, de leer una obra en inglés. First on the rope o, en español, El primero de la cuerda, es uno de los grandes clásicos de este género, a la altura de las crónicas de Rebuffat, Bonatti o Cassin.

Como breve sinopsis, Frison-Roche narra las vicisitudes del último miembro masculino de la familia Servettaz, Pierre, cuyo destino parece orientado a abandonar el tradicional oficio de guía de montaña del clan para dedicarse al menos excitante rol de gerente de hotel. Un fatal accidente de su padre, y otro sufrido por él mismo en la partida de rescate, abren un futuro incierto a una vocación total por la montaña contra la que todos los elementos parecen ponerse en contra.

No destriparé más de la historia. He de decir que la narración es brillante cuando se trata de los pasajes de alpinismo más emocionantes, llevándote a devorar una página tras otra; especialmente para aquellos practicantes de esta disciplina que puedan reconocer materiales, situaciones y  dificultades. Uno puede sentir en sí mismo ese disparo de adrenalina que estalla en el cerebro y encoje el estómago en cada paso en falso o presa que cede, y esa elipsis en la consciencia, los sentidos superados y la alerta máxima que te sobrecogen en una caída. Frison-Roche sabe de lo que habla, y sabe contarlo bien. Me gustaría conocer la opinión de otro lector que no tenga experiencia en escalada para saber si el autor es capaz de transmitir las mismas vibraciones: sería la prueba de que el libro está realmente bien escrito. 

En general no tuve problema con la lectura en inglés en los pasajes dedicados a la montaña, ya sea respecto al medio o a las técnicas y materiales de escalada. Fue más difícil en los capítulos dedicados a la vida en Chamonix o a las tradiciones ganaderas del valle, a las que el libro presta también atención para lograr una pintura completa de la vida de los guías del valle.

Para orientarme sobre recorridos, paisajes, escenarios, tiré del recurso que tenía más a mano, la guía de escalada de Chamonix de la editorial Rockfax. Esta guía es alabada y denostada por igual en los círculos montañeros: alabada por la producción cuidada, las buenas fotografías y la amplitud de contenido, y denostada por la falta de precisión en la descripción de algunas rutas. Honestamente, equilibrar ambas cosas es muy difícil y, personalmente, la guía me parece perfecta para conocer las posibilidades de toda la zona y decidir planes y logística. Una vez decididas las rutas, probablemente sea mejor investigar en guías más detalladas y en recursos en internet.


¿Lograré algún día escalar en estas montañas, que definieron el terreno de juego mitológico y emocional de este deporte? Parece difícil: complicado encajar planes, casi imposible encontrar a un compañero de cordada que esté en el mismo nivel y con las mismas inquietudes, ni más, ni menos. Espero lograrlo antes de que mis capacidades vayan mermando, algo que ya va proyectando su sombra en el presente en forma de lesiones que tardan en curarse y periodos de recuperación cada vez más largos. En fin, tengamos esperanza. De las tres veces que se sube una vía, al menos ya he hecho una en muchas de las de este libro: soñarlas.