sábado, 25 de noviembre de 2023

La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine

Tantas buenas recomendaciones, en redes sociales y en portales web, hacían inevitable que me hiciera con esta obra. La profundidad del tema que ataca daría para un artículo extenso, pero voy a dejar aquí sólo mis impresiones. Una vez finalizada esta pequeña obra de Ordine, he de decir que el hype no me parece justificado. El libro sobrevuela el concepto de utilidad, a veces hablando de utilidad económica, y otras de una cierta "utilidad intelectual", que no llega a concretar. La mayor parte de la obra es un recorrido por diversas fuentes, con cita extraídas de referencias clásicas de toda la historia del pensamiento, algunas traídas por los pelos. Si el objetivo era demostrar la erudición del autor, meta lograda. Pero creo que no llega a estar a la altura del desafío que propone: es un tiro marrado.

Personalmente, entiendo la utilidad como un concepto amplio: si compro un libro de poesía, para mí su lectura es "útil" porque sacia cierta hambre intelectual, ética o estética. ¿Habré perdido dinero en su compra, si su "uso" no genera a su vez más dinero? Si leer poesía me hace sentir mejor conmigo mismo, doy por seguro que estaré mejor con las personas que me rodean, e incluso podré afrontar de manera más sólida los desafíos diarios que sí involucran aspectos económicos, o sea, ganarme la vida (curiosa expresión castiza). ¿En realidad me hace sentir mejor un poema trágico, por ejemplo? Ése es otro precioso debate.

Respecto a la ciencia, está claro que la investigación fundamental no puede verse guiada por la obtención de un retorno económico, directo y a corto plazo. Pero la historia nos demuestra que, a largo plazo, los avances científicos básicos provocan saltos enormes en la humanidad, cambiando nuestras sociedades. Creo que todos podemos pensar en ejemplos como Galileo, Newton o Einstein, pero podríamos añadir a matemáticos como Gauss o Turing o, por qué no, filósofos desde Platón o Aristóteles a Nietzsche o Foucault. Estos saltos científicos o filosóficos nos abren nuevos modos de ver la realidad, permitiendo que otras personas, con un enfoque más práctico, "ingenieril", provoquen cambios en nuestras realidades materiales e intelectuales, orientados, esta vez ya sí, a la obtención de algún tipo de beneficio, económico, político o de otro tipo.

¿Cómo asignar entonces los recursos de una sociedad para permitir, primero, esa investigación básica, orientada por la curiosidad, y luego su aplicación técnica para que la propia sociedad se beneficie de sus resultados y siga en su progreso? Creo que aquí es donde está realmente el debate difícil, y la obra de Ordine, con toda su erudición clásica, parece evitarlo. Seguiremos buscando.