domingo, 12 de abril de 2009

Es lo bueno de unas mini-vacaciones sin planes...


... que tengo un tiempo que no suelo tener para darme indiscriminadamente a una de mis pasiones: la lectura.

Tras la finalización del libro de la Transición, he finalizado un breve ensayo, apenas una introducción larga, un trabajo de curso: "Postmodernidad", de David Lyon.

Como suelo hacer en este blog, registraré mis sensaciones tras la lectura, sin querer hacer ni resumen ni crítica.


Hay dos personas dentro en mí: una que cree (¿crédula?) que existe un proceso, "el progreso", que nos llevará a todos hacia un futuro mejor, y otra que, en su comportamiento, en sus valores, en sus herramientas para enfrentarse a los Otros y al Mundo, es ferozmente postmoderna (desencantada, nihilista, global/local, metarreal, de identidad difusa, etc, etc), un perfecto hijo de estos tiempos presentes, vaya.


¿Es un rescoldo de esperanza infantil lo que permanece de fondo en mi carácter, siempre pensando que vamos hacia un mundo mejor, de un modo u otro? ¿En realidad mi "yo postmoderno" no soy en realidad "Yo", sino un ethos particular causado por mi vida en el mundo actual?

De todos modos, debo agradecer a este opúsculo el haberme aclarado las ideas sobre lo que es postmodernismo -y postmodernidad. Creo que hasta ahora estaba usando estos conceptos sólo de manera tangencialmente correcta.

Y también debo agradecerle que, como los buenos libros, haya servido de incitación para seguir leyendo otros: ya he comprando el primer tomo de la trilogía de Manuel Castells sobre la era de la información. Parece bastante académico, extenso y de lectura densa, aunque estoy bastante ilusionado. De todos modos, ya estoy con Onfray y Apolonio... pero eso es otra historia que ya os iré contando...

viernes, 10 de abril de 2009

Ascensión a La Mira por Los Galayos


Ayer Jueves Santo me lié la manta a la cabeza (gran "idiom", pardiez), y me fui a disfrutar de algunas de las mejores vistas de la meseta central desde el mirador de La Mira, en Gredos, subiendo por el Galayar.

Telegráficamente:


  • 07:50 Salida con el coche de casa (y eso que puse el despertador a las 06:30).


  • 09:50 Llegada al Nogal del Barranco, tras chuparme una A-5 repleta de coches en operación salida de la Semana Santa.


  • 10:02 Comienzo de la caminata.


  • 13:00 Llegada a La Mira, con dos breves paradas para beber y comer algo (una de ellas en el Victory, a las 12:00 clavadas).


  • 13:20 Salida de la Mira, tras comer algo más (o sea, dos barritas energéticas más y lo que me quedaba del plátano).


  • 14:00 Paradinha en Victory, para ver a la única cordada que se había aventurado a echarle un pegue, por una de las vías del Torreón, no he sido capaz de identificar cuál. El viento arreciaba frío y el sol alternaba con las nubes, empeorando poco a poco el día.


  • 14:10 Seguimos en marcha.


  • 15:41 Llegada al coche: estiramientos, cambio de ropa, algo de comer de más enjundia en el kiosko que hay en el Nogal, una pequeña siesta al rumor del río, y vuelta a casa.

El regreso no fue más de 1h30', haciendo que merezca la pena una salida de un sólo día desde Alcorcón, que es donde vivo.


Subo un par de fotos de las vistas a O y a E desde La Mira, hechas con el móvil: tengo la cámara digital al borde del reciclado, voy a tener que abrir una nueva hucha para ir juntando cuartos para una nueva.










No era para tanto...


Finalmente, conseguí terminar "Crónica política de la Transición". No ha sido tan duro: quizá se ha hecho más árido en los capítulos sobre la crisis del gobierno de UCD entre el 77 y el 81 (todo iba mal, el liderazgo de Suárez caía en picado, el partido era un conjunto de reinos de taifas... y económicamente el país iba fatal), pero el poso que me deja en el paladar tiene dos caras:


  • Un sabor agridulce por el "conductismo", podríamos decir casi "despotismo ilustrado" con el que las clases dirigentes, incluyendo en este orden a todas las fuerzas políticas independientemente de su ideología, respaldo popular o peso político en el proceso, dirigieron los pasos de la Transición. Sólo en los disturbios de los primeros años se vio a un pueblo protagonista de su propio destino, cayendo luego en años de desencanto, hasta el "golpe" de las elecciones del 82, donde volvió a coger las riendas dando un timonazo a la dirección política del país.

  • La gran aventura que fue, con final feliz, si podemos decirlo así, no sé hasta que punto gracias a lo anterior. Ha habido momentos durante la lectura del libro en los que devoraba los párrafos de pura excitación, como cuando de niño leía novelas de Salgari o cuentos de Poe.

De todos modos, me gustaría pensar que Doval ha intentado ser ecuánime en la descripción de los hechos (y en las inevitables valoraciones): éste es un tema tan dado a los sesgos, voluntarios o intencionados, como lo es la Guerra Civil.


Otra sensación curiosa ha sido la de "memoria dormida". Cuando leo libros sobre la Guerra Civil, lo hago pensando en una "memoria robada", borrada de libros de historia y de clases elípticas y cobardes en el colegio; sin embargo, los hechos de la Transición sucedieron estando mis padres vivitos y coleando (otra cosa es que fueran sujetos agentes), y yo mismo, que nací en el 75, también estaba allí, no sé si presenciándolo o concentrándome tranquilamente en mis necesidades más básicas, como todo niño de corta edad. Por eso es "memoria dormida", no hurtada, ni traicionada.


Como con la Guerra Civil, sé que volveré a este tema recurrentemente, de tanto en cuando, buscando más información, quierendo sacar mis propias claves. Cada vez que lo he hecho, me he dado cuenta hasta qué punto estos periodos históricos configuran mi circunstancia actual -y futura-, y por tanto, a mí mismo.