Curiosamente, no llegué a "Historia del poder político en España" partiendo de esta controversia, sino desde una recomendación de una cuenta de Twitter. Aparte de mi interés por la Guerra Civil Española, ya hice otros intentos de repasar la historia de España de manera integral, y alejada de lo que me ha podido quedar de mis estudios, pero sin mucho éxito. Sin embargo, una creciente convicción personal sobre la importancia de la política en todos los órdenes de la vida hizo que me animara con este enfoque.
Y no me he arrepentido. El libro está escrito de manera ágil, en algunos momentos emocionante, y va dejando caer claves que funcionan como destellos de luz para explicar cómo hemos llegado hasta aquí como país. Al ser un ensayo, el autor no busca refrendar sus afirmaciones, por polémicas que puedan ser, lo que puede resultar sesgado para alguien que no esté de acuerdo con sus tesis. Por otro lado, se agradece que Villacañas "se moje", y no se limite a enunciar fechas, eventos o nombres. También es de agradecer que la narración no esté llena de referencias bibliográficas y notas a pie de página
El prólogo tiene algunas frases memorables, que podrían servir como aforismos: "la ignorancia nunca fue útil a nadie para nada", "el poder nunca se da en equilibrio: se ejerce o se padece" o "ahí se forjó la mentalidad que hizo del futuro un peligro y de la expresión libre de lo social una amenaza" (sobre el tema de la expulsión de los judíos y el castigo a los conversos).
Villacañas responde, sin saberlo, a algunas de las incógnitas que siempre he tenido sobre la historia de España. Por ejemplo, nunca entendí cómo Flandes, siendo campo de batalla constante en los siglos XVI y XVII, sus campos, arrasados, sus ciudades, conquistadas, medraba económicamente mientras Castilla, un oasis de paz dentro de la convulsa Europa barroca, se empobrecía rápidamente, y de manera prácticamente irrecuperable. O por qué España, a pesar de ser el hegemon de la época, nunca conquistó ni un pedazo de tierra de nuestro vecino Francia, tantas veces enemigo y tantas veces vencido. También me ha dado alguna clave de por qué la Transición española fue tan "suave" políticamente hablando (el famoso "atado y bien atado"). Y me ha dado nueva luz sobre el periodo de los últimos Austrias: los estudios de bachillerato apenas me habían dejado los lugares comunes de que los reyes eran imbéciles y los validos unos aprovechados; pero la realidad, como siempre, fue sin duda mucho más compleja, sin buenos ni malos, ni tontos ni listos.
Lo que ya no sé es si acumularé voluntad y energía para hacer una lectura paralela entre "Imperofobia" e "Imperiofilia", aunque estoy convencido de que si me lanzo a esa aventura no me arrepentiré. Pero quizá sea un esfuerzo más adecuado para otro momento en mi vida.