domingo, 28 de abril de 2024

Post-truth, de Lee McIntyre

"Post-truth" es un ensayo de Lee McIntyre de la serie "The MIT Press Essentual Knowledge" sobre el fenómeno contemporáneo de la post-verdad. Esta serie ofrece pequeñas obras en un formato cómodo, de bolsillo, pero con una edición de calidad, escritas por expertos en temas muy específicos de actualidad. A nivel personal, me estaba encontrando con una situación difícil relacionada con la post-verdad dentro de un grupo de redes sociales, así que me decidí sin dudarlo mucho.

Difícil resumir un ensayo así porque ya está pensado para ser sintético, directo. Hay multitud de notas al margen, bibliografía, lecturas recomendadas, y un índice de términos, pero la lectura fluye sin interrupciones y no hay digresiones ni desvíos a temas laterales que la alarguen o distraigan. Por otro lado, el tema es resbaladizo: definir lo que es la post-verdad necesita un capítulo entero y, aún así, para describir el fenómeno hace falta el libro completo.

Por dejar aquí una de las posibles definiciones que el autor proporciona, diremos que "la post-verdad es una forma de supremacía ideológica cuyos practicantes buscan hacer creer algo a alguien no importa si hay evidencia en ello o no". Me gustó mucho que McIntyre dejara claro que no iba a ser neutral en un libro sobre la post-verdad: precisamente, se caería en la falsa equivalencia que es la base del problema.

El ensayo barre distintos aspectos de la post-verdad. Primero, habla de la crisis de la credibilidad en la ciencia, y cómo su origen está en las campañas creadas por sectores empresariales que se verían perjudicados por nuevos descubrimientos, como es el caso del tabaco o el petróleo (y yo añadiría el azúcar, las redes sociales, o los vehículos con motor por combustión).

Luego repasa las bases psicológicas de la post-verdad: por qué creemos en cosas que no tienen evidencia, ni siquiera base científica. Todo radica en los sesgos cognitivos que tenemos como humanos, de los que nadie está libre, y que debemos conocer y controlar. Después, dedica otro capítulo a otra crisis que está afectando a todas las sociedades contemporáneas: el declive de los medios de comunicación tradicionales. Sólo por destacar un punto, se demuestra cómo la tendencia del equal time en realidad crea la falsa equivalencia entre distintas posturas, sean veraces o no.

¿Y cuál es uno de los principales motivos de este declive, y del impacto de la post-verdad? El auge de las redes sociales, su diseño deliberado para hackear el mecanismo de atención de nuestro cerebro, y su explotación por ideologías radicales cuyo éxito depende de sintonizar y aprovechar las creencias de los ciudadanos, sean reales, o no.

Y tras todos estos puntos, McIntyre llega a un tema controvertido: ¿podemos echar la culpa al postmodernismo de la crisis de la verdad en la que vivimos? Sin duda, socavar los fundamentos filosóficos del concepto de verdad ha proporcionado a los propios enemigos de la verdad en provecho propio una base desde la que justificarse y potenciar sus falsedades. El autor compara el gusto intelectual por manejar y criticar ideas sin pararse a analizar su impacto en la sociedad con jugar con fuego.

El último capítulo es el más práctico: ¿cómo luchar contra la post-verdad? Aquí dejo enumerados algunos consejos:

  • Debemos luchar activamente contra la post-verdad: no podemos dejarla pasar, y no podemos contar con que otros lo hagan.
  • Hay que reconocer y recompensar al buen periodismo, al que buscar la veracidad con evidencias, y desafía a quienes quieren socavar la verdad en su provecho.
  • Primero debemos plantar batalla dentro de nosotros mismos, ya que sufrimos de los mismos sesgos que los demás.
  • Y como apunte final, la post-verdad no va realmente sobre la verdad, su terreno de juego es cómo reaccionamos a la realidad.

Hay muchas más cuestiones y matices que el autor trata y que no he podido reflejar en esta reseña. Como cierre, destacaría cómo muchos de los capítulos comienzan con una cita de George Orwell (y alguno con una de Keynes). Y me encantó el caso de Alan Sokal, que logró publicar en uno de los medios más prestigiosos entre los intelectuales postmodernistas un artículo criticando el concepto mismo de realidad mediante una diatriba deliberadamente caótica de términos pseudo-científicos y cuasi-filosóficos.

Finalizo agradeciendo a The MIT Press y a Lee McIntirye una libro así, necesario, sobre un tema difícil, pero accesible y ameno. Con todo el camino que llevo andado en este mar interior, puedo decir que algo así requiere de mucho talento y trabajo. Kudos!

sábado, 6 de abril de 2024

La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez

Luis Mateo Díez es un escritor leones, miembro de la Real Academia de la Lengua, que ha recibio el Premio Miguel de Cervantes 2023. La repercusion mediática que tuvo su concesión me animo a leer una de sus obras mas reconocidas, "La fuente de la edad".

Una vez finalizada su lectura, tengo sentimientos encontrados. Por un lado, hay que admitir el nivel de maestría de la lengua que es necesaria para escribir una obra así: mis respetos. Me ha encantado reconocer muchas cosas del modo de hablar de mi tierra: como castellano-leonés, me siento un poco leonés, perdónenme los otorgadores de carnés. Y hay algunos pasajes de un humor inteligente y surrealista que me han sacado una carcajada en la lectura, algo que hacía tiempo que no me pasaba, quizá desde "Wilt", de Tom Sharpe.

Pero, por otro lado, el estilo expresionista de la obra (según el responsable de la edición que leí) deja unos personajes apenas esbozados en dos brochazos, superficiales, que no provocan interés por sí mismos al lector. Jacinto Sariegos, con su odiada vida de burócrata gris en el ayuntamiento de la inventada Celama, y Benjamín, el sobrino de Don Froilán, con su atribulado mundo interior, lleno de pena por la muerte de su compañero Julio Linaza y aturdido por el mundo que le abre la cofradía, tienen cierto desarrollo, un por qué, algo que los hace tridimensionales, verosímiles. Pero el resto de protagonistas y comparsas se desempeñan como actores secundarios de sus propias acciones: ¿por qué la animadversión de Don Froilán y Pacho Robla? ¿Quién es Ángel Benuza, en realidad? ¿Y Chon Orallo, qué hace una mujer en esta cofradía de machos solitarios desencantados con la vida gris de una capital de provincias de la post-guerra? Sólo una serie de escenas, que se demuestran perfectamente posibles en la vida real, pero increíblemente surrealistas, consiguen que la lectura prosiga con interés. En este aspecto, los ecos de las andanzas de Don Quijote o de los paseos de esperpento de Max Estrella resuenan en la inspiración del autor (sospecha el lector), como sucesión de eventos inesperados y casi oníricos que muestran las diferentes vías de escape de la absurda realidad que tiene la condición humana.

Por no hacer la reseña más larga, cierro reconociendo que he disfrutado con su lectura, y que volveré al universo inventado de Luis Mateo Díez en el futuro, con la esperanza de encontrar un desarrollo mayor de los personajes. Veremos.