jueves, 17 de octubre de 2019

Pompeya, de Mary Beard

Este año las vacaciones fueron especiales: nos fuimos a la costa amalfitana, en Italia, y aprovechamos para visitar uno de los lugares de culto para cualquier amante de la antigüedad clásica: la ciudad de Pompeya.

Para preparar el viaje busqué un libro que me ayudara a sumergirme en la vida de la ciudad. Lo difícil era encontrar algo que tuviera la mezcla justa entre divulgación, fácil y fresca de leer, y academia, rigurosa y confiable. Explorando por internet, llegué a este libro de Mary Beard, historiadora a la que ya conocía por un célebre conflicto en redes sociales con Nassim Taleb. Quien quiera conocer en qué consistió el rifi-rafe, puede encontrarlo fácilmente en Twitter.

El libro de Beard cumple perfectamente la función de introducirnos en la vida cotidiana de Pompeya, desde los más prosaicos detalles hasta los más sofisticados mecanismos políticos. Pero, por otro lado, la autora no quiere caer en el romanticismo facilón en la que novelas y series de televisión cayeron anteriormente, con gran éxito entre el público, por cierto. Por eso, cuando existen varias posibles interpretaciones ante aspectos poco claros, Beard las expone sin ambages. Y si trata de sus propias especulaciones personales, así lo indica y, cómo no, las defiende. He de decir que sus críticas a algunas hipótesis me parecieron llenas de sentido común.


Por dar un par de ejemplos de las cosas curiosas que aprendí con el libro y, obviamente, con la visita en directo a las ruinas -me cuesta llamarlas así-, destacaría varias cosas:
  • Me chocó que las viviendas no tuvieran lugares donde cocinar, excepto las más lujosas. La inmensa mayoría de los habitantes de la ciudad dependían de locales especializados para procurarse comida caliente todos los días, los thermopolia.
  • Otro punto interesante es que no parecía haber estancias dedicadas exclusivamente al sueño, dormitorios, vaya, ni siquiera en las casas de las familias ricas. Es de suponer que mobiliario y ropas quedaron destruidos por la erupción, o por el posterior pillaje, pero el tamaño, disposición, o los elementos auxiliares, no hacen suponer que existieran dormitorios "especializados".
Pero si algo me sorprendió de verdad fue el grado de complejidad de la sociedad de una ciudad romana. El alto grado de especialización de las ocupaciones de la gente, la sofisticación y sutilezas de la vida política, la extensión del comercio, con productos de todas las esquinas del imperio, y muchas otras cosas hablan de una cultura rica, avanzada, probablemente tan orgullosa de sí misma como lo podemos estar nosotros de la actual.

No dejaba de pensar lo que pudo suponer la caída de todo esto con la llegada de los tiempos oscuros de la Alta Edad Media. Casi lo sentí como una advertencia.

También he de dejar claro que este libro de Beard no es útil para definir una ruta concreta por la ciudad, ni puede ser usado como guía de campo. En el último capítulo, intenta dar una lista de sitios obligatorios con un orden de visita, pero el mapa que te proporciona la organización, con rutas ya definidas con duraciones y distancias estimadas, te lo pone más fácil.


En nuestro caso, la masificación de los lugares más famosos, y el intenso calor, con grandes zonas sin sombra, nos obligaron a acortar la visita y tomar frecuentes descansos. El consejo de tomar abundante agua no es broma. Pero tuvimos suficiente amor por la historia como para sacar energía para ascender al Vesubio en el mismo día.

Knossos, Pompeya... ¿cuál será el siguiente lugar?

No hay comentarios: