miércoles, 30 de diciembre de 2020

Las cosas como son, de Pau Luque

Quizá sea porque no coincido con algunas de las conclusiones del autor. Pero, entonces ¿por qué otras obras desafiantes me absorben hasta el final? O quizá sea que no conozco las referencias que emplea. Pero, entonces ¿por qué cuando he leído a Montaigne, ignorando tantas cosas de los clásicos sobre los que se apoya, sigo absorto admirado de su sabiduría, y queriendo saber más?

El caso es que no he podido completar la lectura de este ensayo de Pau Luque, ganador del Premio Anagrama de  Ensayo de 2020. El tema era atractivo y vigente: la moralidad y el arte. He sentido más bien que es un conjunto de piezas de opinión de un periódico, con un hilo común entre ellas. De recorrer con profundidad casi académica el recorrido musical de Nick Cave, a comentar a un nivel bastante ligero la Lolita de Nabokov (Luque tiene algo en contra de los hombres de cuarenta años, entre los que me incluyo; ¿quizá sea por eso el desencanto?). No pude continuar por aburrimiento, y salté al capítulo 6 sobre el uso de la imaginación en el periodismo, que resultó más interesante, aunque no puedo compartir la postura final de Luque sobre la tribuna de opinión de Fernando Rico.

Me quedo, en todo caso, con un par de apuntes para continuar mi camino cultural: Isaiah Berlin, también referenciado por otras obras de política e historia que ya había leído y, sobre todo, Iris Murdoch, con El mar, el mar. Si acaso por esto, el libro se salva de la quema en mi hoguera particular. Y a por otras lecturas.

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