domingo, 9 de junio de 2024

Vigilancia permanente, de Edward Snowden

Tengo la foto de Edward Snowden en el grupo de Signal de los amigos más frikis: es como las estampitas de santos a las que recurrían las señoras mayores para orientar sus rezos según la situación. En mi caso, sirve para recordarme que estamos constantemente vigilados, que el Panóptico ya existe y funciona perfectamente y a escala global, sin necesidad de cárcel ni carcelero, como lo ideó Bentham. Intento evangelizar sobre las consecuencias de esto, y cómo protegernos, entre mis grupos de amigos, aunque con escaso éxito. Lograr que los más técnicos se animaran a comunicarse por Signal en vez de Whatsapp fue ya todo un éxito, pero es más simbólico que eficaz porque todos seguimos en los grupos de las redes sociales de siempre.


Volviendo al libro, queda claro porqué Snowden lo escribió, más allá del documental "Citizenfour" o la película "Snowden": debía contar un por qué, su por qué. Por qué no seguir con la corriente, no llevar una vida tranquila trabajando para el gobierno, arriesgarse a un probable castigo cruel y largo, arrasar con las vidas de las personas que te quieren, sufrir un constante escrutinio por todos los medios de comunicación, ser manipulado por cualquier potencia mundial que quiera hacer daño a Estados Unidos... y podría seguir. Yo no sé si podría haber hecho lo que hizo Snowden, estando en su lugar, viviendo el dilema moral que vivió. En ese sentido, para mí es un héroe: hizo lo correcto a pesar de las consecuencias, no se dejó ir por el camino fácil. Y otros whistleblowers, "alertadores", como él, también lo decidieron así.

Snowden intenta explicarnos por qué hizo lo que hizo contando su historia desde el principio, desde el niño que prefería los ordenadores a la escuela, los deportes o los juguetes, al adolescente desorientado que se alista en el ejército. Nos cuenta cómo fue su crianza en su familia, los que le rodeaban, cómo fue una persona aislada hasta que encontró a su compañera, cómo empezó a trabajar para el gobierno gracias a las credenciales de su familia y a un recorrido sin tacha. La historia es coherente, la narración es interesante y equilibrada, una cosa lleva a la otra, hasta llegar al Snowden que hizo salta la banca de la inteligencia norteamericana espiando a sus propios ciudadanos. 


En algunos puntos deja vislumbrar algún retazo de reflexión sobre por qué está mal que las cosas sean así, y cómo deberían ser, aunque sin profundizar demasiado. Afirma que el modelo de sociedad que considera justa es la liberal que buscaron crear los padres fundadores de su patria, los Estados Unidos, y eso no incluye un estado omnímodo y controlador como el de "1984". Me queda como duda si debemos pedirle (si me debo pedir) una mayor profundidad en sus reflexiones: porqué el Estado, con "e" mayúscula, no debe inmiscuirse así en la vida de sus ciudadanos, y qué Estado debe existir según qué modelo de sociedad queremos tener. A veces pienso que las personas preparadas para hacer tales reflexiones no se encuentran en situaciones como las que vivió Snowden.


Intentaré seguir todo lo informado que pueda sobre cómo nos vigilan a través de los medios técnicos que empleamos para comunicarnos. Pero, además, ahora tenemos otra amenaza que va más allá de lo que Snowden puedo ver funcionando: la Inteligencia Artificial. No sólo la vigilancia y manipulación pueden ser más profundas que nunca, sino que además pueden irse fuera de control sin que los propios dueños de los algoritmos puedan ni siquiera percatarse de ello. Vivimos tiempos interesantes en los que decir la verdad ya es un acto revolucionario, como dijo Orwell, como ha sido así siempre.

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