viernes, 14 de junio de 2024

La teoría que nunca murió, de Sharon Bertsch McGrayne

Trabajando en esto de los datos, hay que estar constantemente actualizándose, pero llego a aburrirme de libros técnicos, documentación, certificaciones, blogs de gurús, videos de evangelistas... Así que busco a veces algo distinto, algo que hable de datos, inteligencia artificial, tecnología, pero que vaya más allá, cuente algo acerca de su historia, de su aplicabilidad o de sus consecuencias. No suelo registrar aquí estas lecturas, que muchas veces no llevan a ninguna parte interesante, o acaban teniendo sólo un interés profesional.

"La teoría que nunca murió" es una bonita excepción: me parece un bonito ensayo científico, escrito con un ritmo rápido que convierte trifulcas intelectuales y politiqueo universitario en un relato con interés que provoca querer saber más. Recorre la historia del Teorema de Bayes, desde su concepción inicial por el reverendo Thomas Bayes en el s. XVIII, pasando por su refinamiento por parte de Laplace, y sus constantes vicisitudes durante los siglos XIX y XX, atacado por furibundos frecuentistas como Fisher y Pearson, y vilipendiado por prestigiosos departamentos de estadística.

Mientras tanto, personas inteligentes ajenas a la rigidez de los matemáticos de carrera, como actuarios, funcionarios públicos, militares y consultores encontraron en el teorema de Bayes un modo práctico de enfrentar problemas en los que se parte de muy poca información para calcular primas de seguros, leyes públicas, posiciones de submarinos y toma de decisiones empresariales. En esos campos, no es posible diseñar experimentos con un control completo de los factores en juego, como defienden los frecuentistas. Y el teorema de Bayes permite ir mejorando nuestras predicciones a medida que recogemos información más precisa. Me gustó especialmente el capítulo de la caza de submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y la búsqueda del misil nuclear que cayó en Palomares, Almería, en 1966.

Si he de criticar en algo el libro de Bertsch, es que a veces cae en la anotación de personas, universidades y artículos de un modo vertiginoso, sin que realmente aporte al conjunto. En algunas secciones, tantos datos atosigan al lector y estorban el flujo de la lectura.

De todos modos, sigue siendo una obra muy bien escrita, y he disfrutado de su lectura. Nada que ver con otro libro, "Un verdor terrible", de Benjamín Labatut, en el que caí seducido por sus buenas referencias. Un relato basado en personajes y hechos reales sobre el nacimiento de la física cuántica, pero que juega con el lector al añadir ficciones sin aviso para el lector, y emplea lenguaje del storytelling y las charlas TED. Entiendo su éxito, pero me sentí engañado. Nada que ver con "La teoría que nunca murió", un libro sólido, con sus defectos, pero sincero y trabajado a profundidad.

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