miércoles, 21 de agosto de 2024

Lecturas para el viaje a Japón

Acabamos de regresar de nuestro viaje en familia a Japón. Ha sido todo un acierto, teniendo en cuenta la edad de nuestra hija y su gusto por la cultura japonesa, y la necesidad de hacer un punto de inflexión para todos en mi proceso de recuperación. Es curioso cómo hacer algo tan especial como este viaje ha sido la confirmación de que podemos volver a la normalidad, aunque sea una nueva normalidad.

Para prepararme comencé a leer varios libros, cuya lectura continué durante el viaje. Varios conocidos habían visitado Japón antes de nosotros, y conocía algunos buenos podcasts y páginas web con mucha información práctica, pero no quería planificar demasiado, quería tener libertad de acción y capacidad de descubrir cosas en el camino. Además, el nuevo Ángel ya no puede ser el viajero rápido y previsor de antes: no me quedaba más remedio que tomármelo con calma, y dejar que las cosas sucedieran un poco por sí mismas, algo mi familia agradeció hasta cierto punto.

Pero vamos a los libros, que es de lo que va este blog; he aquí las lecturas con las que me preparé o me acompañaron en el viaje:

  • "Breve histora de Japón", de Mikiso Hane. Ya lo comenté en una entrada anterior del blog hace unos meses. Mi primera aproximación al país, que considero muy acertada.
  • "Destino Japón", de Marc Bernabé. Una guía muy bien escrita, actualizada, con buenos consejos y anotaciones pertinentes sobre historia y cultura japonesa. Me resultó, por otro lado, prolija, masiva, con un acercamiento difícil si tienes poco tiempo para dedicar a preparar el viaje. Creo que no la aproveché al máximo, y que, probablemente, otro tipo de guía, más ligera y práctica, me hubiera sido más útil. En todo caso, una obra muy recomendable para todo viajero español a Japón. 
  • "Una introducción a la sociedad japonesa", de Yoshio Sugimoto. Un ensayo sociológico, extenso, pero más fácil de leer de lo que parece. Hace un análisis de la sociedad japonesa desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la primera década del siglo XXI. A pesar de ser un libro de profunda base académica, no entorpece su narración con profusas notas al margen ni constantes referencias bibliográficas, que están al final del libro. Intenta facilitar al lector la comprensión de aspectos complejos, que incluyen diversos factores, mediante clasificaciones matriciales: por ejemplo, a la hora de describir los diferentes contextos laborales de los japoneses según el tipo de empresa y su formación académica, o las diferentes situaciones familiares que tienen las mujeres en el Japón actual. El tono del libro es de crítica constante al discurso imperante del nihonjinron, que defiende el valor diferencial, superior, de la cultura organizativa y empresarial de Japón respecto a otros países. 

Me quedo con dos aspectos principales:

    • La sociedad japonesa es mucho más compleja que la imagen de homogeneidad e igualitarismo que ha llegado a nosotros. Existen clases sociales definidas y grupos discriminados, como en el resto de sociedades desarrolladas.
    • Todas las sociedades tienen ambigüedades y dobles raseros, pero la cultura japonesa los ha incorporado legitimándolos como dobles códigos. En concreto:
      • Tatemae (principio formal, corrección política) MÁS Honne (los verdaderos sentimientos, no expresables, auténticos).
      • Omote (lo aceptable públicamente) MÁS Ura (lo oculto, inaceptable públicamente, incluso ilegal).
      • Soto (los que están fuera, los que no son de los nuestros) MÁS Uchi (los que están dentro, los nuestros).
  • "Esto no estaba en mi libro de Japón", de Beatriz Lizana López. Una obra curiosa, escrita desde la experiencia personal de la autora, que describe y profundiza en algunos aspectos seleccionados de la sociedad y psicología japonesas. Es el libro más informal de todos los que leí: aunque entra al fondo histórico de algunos tópicos, la perspectiva de la propia autora manda en la elección de los temas y en su enfoque. Algunos puntos no los encontrarías en otras referencias: por ejemplo, lo que se gastan las parejas japonesas en las bodas. Bien es cierto que tampoco aspira a nada más, por lo que no es un mal libro que me resultó curioso leer.

Como en otras ocasiones, he intentado que un viaje no sea sólo una sucesión de visitas y fotos, sino también un periplo intelectual del que salir un poco más sabio. Con sus luces y sus sombras, Japón sigue seduciéndome, y el viaje personal, como tal, no ha concluido.

domingo, 28 de julio de 2024

Transhumanismo, de Antonio Diéguez

Con el protagonismo cada vez mayor de la inteligencia artificial en nuestras sociedades, ha crecido la atención sobre el concepto de transhumanismo. Los pensadores que se pueden considerar parte de esta corriente de pensamiento, y sus reflexiones, tienen ya varias décadas de existencia; aún así, los últimos avances en ciencia informática, tecnología digital y biotecnología parece que han puesto al alcance de la mano progresos que hace apenas unos años parecían todavía ciencia ficción.

Diéguez intenta hacer un repaso a las principales corrientes de pensamiento del transhumanismo, aceptando el reto de abarcar ámbitos muy amplios y poco clasificables bajo su paraguas. También busca repasar los desafíos que los nuevos avances nos están planteando ya, aunque en este punto no logra, en mi opinión, el mismo éxito, ya que en muchos casos se queda en el "habrá que analizarlo con ciudado" y "tendremos que pensarlo cuando llegue el momento". 

Tras una buena introducción inicial, el autor despliega su repaso del transhumanismo en dos vertientes principales:

  • La posibilidad de crear sistemas artificiales tan inteligentes, o más, que los seres humanos, llegando incluso a construir seres sintéticos con las mismas capacidades físicas y mentales que las personas.
  • El biomejoramiento: la posiblidad de manipular nuestra propia biología para superar enfermedades incurables o, yendo más allá, potenciar nuestras actuales capacidades o lograr otras nuevas, especialmente a través de la tecnología genética.

Me ha gustado especialmente que, tras describir el pensamiento de diversos protagonistas y sus aspectos comunes, Diéguez expone las debilidades de sus proyecciones y argumentos. Algunas no superan apenas unas pocas preguntas afiladas planteadas por el profesor.

Después, continúa con un capítulo reivindicativo del pensamiento sobre la tecnología de Ortega y Gasset. El filósofo anticipa muchas de las cuestiones éticas actuales sobre el progreso tecnológico, básicamente alrededor de dos principios: el hombre no tiene naturaleza, sino historia; y el hombre siempre ha sido un animal tecnológico. En todo caso, la calidad de la obra pierde varios enteros en esta sección, pasando de ser un buen ensayo divulgativo en una especie de paper académico lleno de notas al margen y retorcida escritura.

La obra cierra con un pequeño episodio final que deja algunos puntos abiertos interesantes. Diéguez hace un curioso recorrido histórico y argumentativo sobre cómo la evolución en la producción científica tras la Segunda Guerra Mundial ha provocado un escenario de constantes anuncios grandilocuentes y fantásticas perspectivas, "el mercado de las promesas". 

Sin embargo, sigue sin dar orientaciones, referencias, o incluso propuestas o hipótesis acerca de las decisiones éticas a los que todos estos avances nos abocan. Lo que queda claro es que tenemos que decidir qué deseamos, qué queremos que suceda, y eso lo tenemos que decidir entre todos; y a partir de ahí, orientar el progreso tecnológico de la humanidad en consecuencia.

Como apunte final de lector de ensayos, me hubiera gustado contar con un índice temático, tan útil cuando uno quiere recurrir a un libro leído hace tiempo como referencia en cualquier asunto. Estos detalles suelen cuidarse mucho en las obras de divulgación anglosajonas.

viernes, 14 de junio de 2024

La teoría que nunca murió, de Sharon Bertsch McGrayne

Trabajando en esto de los datos, hay que estar constantemente actualizándose, pero llego a aburrirme de libros técnicos, documentación, certificaciones, blogs de gurús, videos de evangelistas... Así que busco a veces algo distinto, algo que hable de datos, inteligencia artificial, tecnología, pero que vaya más allá, cuente algo acerca de su historia, de su aplicabilidad o de sus consecuencias. No suelo registrar aquí estas lecturas, que muchas veces no llevan a ninguna parte interesante, o acaban teniendo sólo un interés profesional.

"La teoría que nunca murió" es una bonita excepción: me parece un bonito ensayo científico, escrito con un ritmo rápido que convierte trifulcas intelectuales y politiqueo universitario en un relato con interés que provoca querer saber más. Recorre la historia del Teorema de Bayes, desde su concepción inicial por el reverendo Thomas Bayes en el s. XVIII, pasando por su refinamiento por parte de Laplace, y sus constantes vicisitudes durante los siglos XIX y XX, atacado por furibundos frecuentistas como Fisher y Pearson, y vilipendiado por prestigiosos departamentos de estadística.

Mientras tanto, personas inteligentes ajenas a la rigidez de los matemáticos de carrera, como actuarios, funcionarios públicos, militares y consultores encontraron en el teorema de Bayes un modo práctico de enfrentar problemas en los que se parte de muy poca información para calcular primas de seguros, leyes públicas, posiciones de submarinos y toma de decisiones empresariales. En esos campos, no es posible diseñar experimentos con un control completo de los factores en juego, como defienden los frecuentistas. Y el teorema de Bayes permite ir mejorando nuestras predicciones a medida que recogemos información más precisa. Me gustó especialmente el capítulo de la caza de submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y la búsqueda del misil nuclear que cayó en Palomares, Almería, en 1966.

Si he de criticar en algo el libro de Bertsch, es que a veces cae en la anotación de personas, universidades y artículos de un modo vertiginoso, sin que realmente aporte al conjunto. En algunas secciones, tantos datos atosigan al lector y estorban el flujo de la lectura.

De todos modos, sigue siendo una obra muy bien escrita, y he disfrutado de su lectura. Nada que ver con otro libro, "Un verdor terrible", de Benjamín Labatut, en el que caí seducido por sus buenas referencias. Un relato basado en personajes y hechos reales sobre el nacimiento de la física cuántica, pero que juega con el lector al añadir ficciones sin aviso para el lector, y emplea lenguaje del storytelling y las charlas TED. Entiendo su éxito, pero me sentí engañado. Nada que ver con "La teoría que nunca murió", un libro sólido, con sus defectos, pero sincero y trabajado a profundidad.

domingo, 9 de junio de 2024

Vigilancia permanente, de Edward Snowden

Tengo la foto de Edward Snowden en el grupo de Signal de los amigos más frikis: es como las estampitas de santos a las que recurrían las señoras mayores para orientar sus rezos según la situación. En mi caso, sirve para recordarme que estamos constantemente vigilados, que el Panóptico ya existe y funciona perfectamente y a escala global, sin necesidad de cárcel ni carcelero, como lo ideó Bentham. Intento evangelizar sobre las consecuencias de esto, y cómo protegernos, entre mis grupos de amigos, aunque con escaso éxito. Lograr que los más técnicos se animaran a comunicarse por Signal en vez de Whatsapp fue ya todo un éxito, pero es más simbólico que eficaz porque todos seguimos en los grupos de las redes sociales de siempre.


Volviendo al libro, queda claro porqué Snowden lo escribió, más allá del documental "Citizenfour" o la película "Snowden": debía contar un por qué, su por qué. Por qué no seguir con la corriente, no llevar una vida tranquila trabajando para el gobierno, arriesgarse a un probable castigo cruel y largo, arrasar con las vidas de las personas que te quieren, sufrir un constante escrutinio por todos los medios de comunicación, ser manipulado por cualquier potencia mundial que quiera hacer daño a Estados Unidos... y podría seguir. Yo no sé si podría haber hecho lo que hizo Snowden, estando en su lugar, viviendo el dilema moral que vivió. En ese sentido, para mí es un héroe: hizo lo correcto a pesar de las consecuencias, no se dejó ir por el camino fácil. Y otros whistleblowers, "alertadores", como él, también lo decidieron así.

Snowden intenta explicarnos por qué hizo lo que hizo contando su historia desde el principio, desde el niño que prefería los ordenadores a la escuela, los deportes o los juguetes, al adolescente desorientado que se alista en el ejército. Nos cuenta cómo fue su crianza en su familia, los que le rodeaban, cómo fue una persona aislada hasta que encontró a su compañera, cómo empezó a trabajar para el gobierno gracias a las credenciales de su familia y a un recorrido sin tacha. La historia es coherente, la narración es interesante y equilibrada, una cosa lleva a la otra, hasta llegar al Snowden que hizo salta la banca de la inteligencia norteamericana espiando a sus propios ciudadanos. 


En algunos puntos deja vislumbrar algún retazo de reflexión sobre por qué está mal que las cosas sean así, y cómo deberían ser, aunque sin profundizar demasiado. Afirma que el modelo de sociedad que considera justa es la liberal que buscaron crear los padres fundadores de su patria, los Estados Unidos, y eso no incluye un estado omnímodo y controlador como el de "1984". Me queda como duda si debemos pedirle (si me debo pedir) una mayor profundidad en sus reflexiones: porqué el Estado, con "e" mayúscula, no debe inmiscuirse así en la vida de sus ciudadanos, y qué Estado debe existir según qué modelo de sociedad queremos tener. A veces pienso que las personas preparadas para hacer tales reflexiones no se encuentran en situaciones como las que vivió Snowden.


Intentaré seguir todo lo informado que pueda sobre cómo nos vigilan a través de los medios técnicos que empleamos para comunicarnos. Pero, además, ahora tenemos otra amenaza que va más allá de lo que Snowden puedo ver funcionando: la Inteligencia Artificial. No sólo la vigilancia y manipulación pueden ser más profundas que nunca, sino que además pueden irse fuera de control sin que los propios dueños de los algoritmos puedan ni siquiera percatarse de ello. Vivimos tiempos interesantes en los que decir la verdad ya es un acto revolucionario, como dijo Orwell, como ha sido así siempre.

Pájaro a pájaro, de Anne Lamott

Ya ni recuerdo cómo llegué a este libro, pero sí recuerdo que la recomendación era convincente y calurosa, con la energía positiva y el crédito que tiene el consejo de un buen amigo. Y la verdad es que "Pájaro a pájaro", unas pequeñas instrucciones sobre escribir y vivir, como dice el subtítulo, es un libro delicioso. Un lenguaje fresco, dinámico, directo, como si Lammot te lo estuviera contando en una terraza de verano, oculta una fina orfebrería literaria que engarza anécdotas con citas, profundas reflexiones y prácticos consejos, sin respiro. Y lo que queda como advertencia total es que vivir, escribir, demanda y merece un compromiso total.


La propia autora reconoce la tortura psicológica que supone escribir, poniendo a prueba de la manera más cruel la solidez de nuestra autoestima, pero también grita el placer que se siente al perderse en el proceso, sin esperanza (publicación, éxito) ni miedo (vergüenza, crítica). Me he guardado su lectura para algunas noches oscuras que he tenido en los últimos meses, saboreándolo, y me ha ayudado a seguir con este blog a pesar de que siempre parece que hay algo más importante que hacer. También me ha inspirado para seguir alimentando mi colección de semillas, que quizá nunca se conviertan en una historia completa, pero que nunca se perderán con el tiempo.


domingo, 28 de abril de 2024

Post-truth, de Lee McIntyre

"Post-truth" es un ensayo de Lee McIntyre de la serie "The MIT Press Essentual Knowledge" sobre el fenómeno contemporáneo de la post-verdad. Esta serie ofrece pequeñas obras en un formato cómodo, de bolsillo, pero con una edición de calidad, escritas por expertos en temas muy específicos de actualidad. A nivel personal, me estaba encontrando con una situación difícil relacionada con la post-verdad dentro de un grupo de redes sociales, así que me decidí sin dudarlo mucho.

Difícil resumir un ensayo así porque ya está pensado para ser sintético, directo. Hay multitud de notas al margen, bibliografía, lecturas recomendadas, y un índice de términos, pero la lectura fluye sin interrupciones y no hay digresiones ni desvíos a temas laterales que la alarguen o distraigan. Por otro lado, el tema es resbaladizo: definir lo que es la post-verdad necesita un capítulo entero y, aún así, para describir el fenómeno hace falta el libro completo.

Por dejar aquí una de las posibles definiciones que el autor proporciona, diremos que "la post-verdad es una forma de supremacía ideológica cuyos practicantes buscan hacer creer algo a alguien no importa si hay evidencia en ello o no". Me gustó mucho que McIntyre dejara claro que no iba a ser neutral en un libro sobre la post-verdad: precisamente, se caería en la falsa equivalencia que es la base del problema.

El ensayo barre distintos aspectos de la post-verdad. Primero, habla de la crisis de la credibilidad en la ciencia, y cómo su origen está en las campañas creadas por sectores empresariales que se verían perjudicados por nuevos descubrimientos, como es el caso del tabaco o el petróleo (y yo añadiría el azúcar, las redes sociales, o los vehículos con motor por combustión).

Luego repasa las bases psicológicas de la post-verdad: por qué creemos en cosas que no tienen evidencia, ni siquiera base científica. Todo radica en los sesgos cognitivos que tenemos como humanos, de los que nadie está libre, y que debemos conocer y controlar. Después, dedica otro capítulo a otra crisis que está afectando a todas las sociedades contemporáneas: el declive de los medios de comunicación tradicionales. Sólo por destacar un punto, se demuestra cómo la tendencia del equal time en realidad crea la falsa equivalencia entre distintas posturas, sean veraces o no.

¿Y cuál es uno de los principales motivos de este declive, y del impacto de la post-verdad? El auge de las redes sociales, su diseño deliberado para hackear el mecanismo de atención de nuestro cerebro, y su explotación por ideologías radicales cuyo éxito depende de sintonizar y aprovechar las creencias de los ciudadanos, sean reales, o no.

Y tras todos estos puntos, McIntyre llega a un tema controvertido: ¿podemos echar la culpa al postmodernismo de la crisis de la verdad en la que vivimos? Sin duda, socavar los fundamentos filosóficos del concepto de verdad ha proporcionado a los propios enemigos de la verdad en provecho propio una base desde la que justificarse y potenciar sus falsedades. El autor compara el gusto intelectual por manejar y criticar ideas sin pararse a analizar su impacto en la sociedad con jugar con fuego.

El último capítulo es el más práctico: ¿cómo luchar contra la post-verdad? Aquí dejo enumerados algunos consejos:

  • Debemos luchar activamente contra la post-verdad: no podemos dejarla pasar, y no podemos contar con que otros lo hagan.
  • Hay que reconocer y recompensar al buen periodismo, al que buscar la veracidad con evidencias, y desafía a quienes quieren socavar la verdad en su provecho.
  • Primero debemos plantar batalla dentro de nosotros mismos, ya que sufrimos de los mismos sesgos que los demás.
  • Y como apunte final, la post-verdad no va realmente sobre la verdad, su terreno de juego es cómo reaccionamos a la realidad.

Hay muchas más cuestiones y matices que el autor trata y que no he podido reflejar en esta reseña. Como cierre, destacaría cómo muchos de los capítulos comienzan con una cita de George Orwell (y alguno con una de Keynes). Y me encantó el caso de Alan Sokal, que logró publicar en uno de los medios más prestigiosos entre los intelectuales postmodernistas un artículo criticando el concepto mismo de realidad mediante una diatriba deliberadamente caótica de términos pseudo-científicos y cuasi-filosóficos.

Finalizo agradeciendo a The MIT Press y a Lee McIntirye una libro así, necesario, sobre un tema difícil, pero accesible y ameno. Con todo el camino que llevo andado en este mar interior, puedo decir que algo así requiere de mucho talento y trabajo. Kudos!

sábado, 6 de abril de 2024

La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez

Luis Mateo Díez es un escritor leones, miembro de la Real Academia de la Lengua, que ha recibio el Premio Miguel de Cervantes 2023. La repercusion mediática que tuvo su concesión me animo a leer una de sus obras mas reconocidas, "La fuente de la edad".

Una vez finalizada su lectura, tengo sentimientos encontrados. Por un lado, hay que admitir el nivel de maestría de la lengua que es necesaria para escribir una obra así: mis respetos. Me ha encantado reconocer muchas cosas del modo de hablar de mi tierra: como castellano-leonés, me siento un poco leonés, perdónenme los otorgadores de carnés. Y hay algunos pasajes de un humor inteligente y surrealista que me han sacado una carcajada en la lectura, algo que hacía tiempo que no me pasaba, quizá desde "Wilt", de Tom Sharpe.

Pero, por otro lado, el estilo expresionista de la obra (según el responsable de la edición que leí) deja unos personajes apenas esbozados en dos brochazos, superficiales, que no provocan interés por sí mismos al lector. Jacinto Sariegos, con su odiada vida de burócrata gris en el ayuntamiento de la inventada Celama, y Benjamín, el sobrino de Don Froilán, con su atribulado mundo interior, lleno de pena por la muerte de su compañero Julio Linaza y aturdido por el mundo que le abre la cofradía, tienen cierto desarrollo, un por qué, algo que los hace tridimensionales, verosímiles. Pero el resto de protagonistas y comparsas se desempeñan como actores secundarios de sus propias acciones: ¿por qué la animadversión de Don Froilán y Pacho Robla? ¿Quién es Ángel Benuza, en realidad? ¿Y Chon Orallo, qué hace una mujer en esta cofradía de machos solitarios desencantados con la vida gris de una capital de provincias de la post-guerra? Sólo una serie de escenas, que se demuestran perfectamente posibles en la vida real, pero increíblemente surrealistas, consiguen que la lectura prosiga con interés. En este aspecto, los ecos de las andanzas de Don Quijote o de los paseos de esperpento de Max Estrella resuenan en la inspiración del autor (sospecha el lector), como sucesión de eventos inesperados y casi oníricos que muestran las diferentes vías de escape de la absurda realidad que tiene la condición humana.

Por no hacer la reseña más larga, cierro reconociendo que he disfrutado con su lectura, y que volveré al universo inventado de Luis Mateo Díez en el futuro, con la esperanza de encontrar un desarrollo mayor de los personajes. Veremos.