sábado, 29 de agosto de 2009

Viaje a África, "Río Perdido"


Sólo adjuntar el enlace al resumen de fotos que he subido a Picasa:

África 2009 - Río Perdido: Resumen

Nota final: Bien (justo al terminar fue un Aprobado; dentro de 6 meses será un Notable. Qué gran mecanismo el de la memoria humana).

Seguimos con los clásicos

Ahora que estoy metiendo todos los libros que he venido leyendo desde May/2009, me doy cuenta del ritmo que estoy llevando, y pienso que quizá debería bajar la "velocidad" para ganar "intensidad" en la lectura. En esta reflexión no entran, claro está, los libros descartados ("The case for greatness"), los libros "de toilette" ("Reality check"), ni los de referencia ("Grandes mamíferos de África"). Aunque realmente lo que me preocupa no es tanto la tasa de libros/mes que lea, si no la imposibilidad de disponer de sesiones de lectura de suficiente duración como para tener una auténtica experiencia lectora, crítica y de aprendizaje con los ensayos, sensible, sensitiva, enriquecedora con la literatura.


Reseño aquí la edición (extractada) de Cátedra-Letras Universales, de las Vidas Paralelas de Plutarco, sin más comentarios. Creo que incitarme a su lectura fue lo único bueno que saqué de "The case for greatness" (y dejo ya de volver al mismo tema, es tiempo para nuevas lecturas).

Libros de referencia para el viaje a África

Para prepararme el viaje a África que hemos hecho en agosto, estuve buscando libros en español sobre historia, geografía y naturaleza del continente africano, directamente en librerías, sin recurrir a Amazon ni ninguna otra web.

He de decir que estoy contento con lo que encontré, aunque no fue fácil: no hay demasiado escrito en español sobre nuestro continente vecino. He aquí el material:




viernes, 28 de agosto de 2009

The case for greatness, de Robert Faulkner

Buscando libros divulgativos de la época clásica en inglés (buscando juntar placer con necesidad), llegué a éste, altamente recomendado en Amazon, y que hablaba sobre algunos personajes que habían últimamente suscitado mi curiosidad, como Alcibíades y Lisandro.
Al final me quedo con la duda: si mi nivel de inglés ha sido insuficiente para una lectura satisfactoria, o si el libro tiene tan poco fondo como me ha parecido. Capítulos enteros llenos de citas de Sócrates, Platón y Aristóteles, glosadas de manera muy pobre, anteceden a capítulos y capítulos de reseñas de Herodoto, Polibio y Plutarco buscando demostrar que la grandeza no es sólo merecer el reconocimiento de los conciudadanos, sino además considerar que se es merecedor de consideraciones y honores especiales; es curioso como considera "más grande" entre dos personajes aquél que cumple con las dos premisas, y no sólo con la primera.
Aparte de esto, el anglo-centrismo es brutal, casi insultante: fuera de la época clásica, el autor sólo encuentra ejemplos de grandeza en líderes estadounidenses o británicos: Lincoln, Churchill, Washington... ¿Qué hay de Isabel de Castilla, Fernando de Aragón, Simón Bolívar, Garibaldi, Bismarck, Pedro el Grande, ¡Napoleón!?
Me temo que desaconsejo la compra y la lectura de este libro. No lo pude terminar, y lamenté el tiempo empleado en él, sino fuera por la práctica de la lengua inglesa a un nivel más elevado.

Reality Check, de Guy Kawasaky


No es el libro más visionario del management, pero sí que pone los pies en la tierra a cualquier que desee emprender su propia aventura en el mundo de las nuevas tecnologías, esté en Silicon Valley (algunos capítulos son bastante "localistas" en este sentido) o en Tres Cantos.

Dado que se puede leer de manera bastante modular sin perder el sentido del libro, y que busca la concisión a toda costa, he de reconocer que me siento bastante contento de haber echado unas cuantas horas de mi tiempo vital en esta obra, a pesar de simplicidades y recetarios.

Sinceramente, y si se me permite, debo decir que es un libro ideal para el cuarto de baño, ya que permite sesiones ultra-breves de 5 minutos. Henry Miller ya dijo en su día -no me acuerdo en qué libro- que sólo los mejores libros admiten la lectura en la toilette.

La escultura de sí, de Michel Onfray

Buscar, imdagar, sobre la frontera (¿o unión?) entre ética y estética es ponerse en el borde del precipicio, apurar los límites, entrar en terreno pantanoso, en un territorio del que no se sabe si se saldrá con éxito, aunque en todo caso se saldrá diferente.
Reconozco no estar capacitado para hacer una crítica, siquiera una reseña, de un libro así, sumando además que su lectura coincidió con un periodo laboralmente complicado (a lo sumo sacaba 30 minutos seguidos de sesión).
Al menos puedo darme por satisfecho al detectar, en los pasajes que me eran más accesibles, aspectos con los que disentía o que no me satisfacían por simplistas, dándome cuenta de que, a pesar de las dificultades, estaba pudiendo hacer una auténtica lectura crítica de Onfray.
Sé que esta entrada no da demasiada chicha, pero en todo caso debo decir que disfruté con su lectura, y que lo recomendaría a cualquiera que se sintiera seducido por él.

City, de Alessandro Baricco

Regalo tardío pero bienvenido de cumpleaños (gracias, Pablo), este libro venía con buenas referencias que luego su lectura no ha satisfecho... aunque he de reconocer que si lo hubiera leído sin haber escuchado opiniones ajenas previamente, probablemente me hubiera dejado un mejor sabor de boca.
Cada historia que compone el libro, engarzadas todas en un hilo común principal, tienen la tensión y la concisión de un buen cuento; sin embargo, el engarce resulta demasiado artificial, y la narración principal también resulta un tanto forzada en contenido.
Hubiera preferido que el libro fuera una sucesión de cuentos independientes, aunque no tuvieran un enlace entre ellos, ni en fondo ni en forma, porque alguno de ellos me gustaron bastante (especialmente el del boxeador).
Hace mucho (pero mucho) que no he metido nuevas entradas en el blog, pero eso no significa que haya dejado de leer libros... Voy a ponerme al día escribiendo pequeñas reseñas ¿ok?

sábado, 2 de mayo de 2009

El pequeño poder... qué buena definición


¡Epa! Pues resulta que entre Onfray y Apuleyo, se me ha colado una pequeña obrita, no sabría decir si ensayo o digna obra de autoayuda (no esos libros llenos de reglas-órdenes simplistas que llenan las estanterías del VIP). Se llama La manipulación. La perversidad del pequeño poder, de Núria Mata.
Mientras lo leía, aún consciente de que mi entorno es fundamentalmente sano psico-sociológicamente, he encontrado patrones de manipulación por todas partes en la realidad que me rodea, especialmente en el trabajo. Lo cierto es que he adquirido la sensación de que en una escala ejecutiva, donde tiene tanta o más importancia la comunicación y la capacidad de influencia (atentos aquí a un posible eufemismo) como los conocimientos técnicos y operativos, los juegos de poder, la comunicación incompleta y sesgada, son una -terrible, triste- herramienta más de trabajo.
Si esto es así, ¿cómo puedo defenderme de la manipulación, de los juegos de poder de los otros? Pero, si forma parte de mi entorno de trabajo, ¿no jugaré yo también a veces el papel de manipulador? ¿Puedo realmente llevar a cabo mi trabajo como ejecutivo sin entrar en el mismo juego perverso?
Algunas pistas que he obtenido de la lectura de este libro:
- Todos jugamos a veces el rol de manipulador y el de manipulado, lo cual, aunque podemos considerarlo universalmente cierto, no tiene por qué ser bueno.
- Siguiendo con lo anterior, lo realmente peligroso es cuando la comunicación no se puede dar sin ser manipuladora, o si en realidad estamos tratando con una personalidad manipuladora/manipulable. Ahí es cuando tiene que saltar la alarma.
- La manipulación consume una gran cantidad de energía, física, mental, emotiva, que se podría emplear en crecer como personas, como profesionales, nosotros y los que nos rodean.
- No siempre es posible to fight back, contraatacar a un manipulador, si existe un diferencial importante en la posición de poder (un gerente y un becario, por ejemplo). En este caso, deben emplearse maniobras de evitación.
- No dejarse manipular Y NO MANIPULAR, necesita dosis de valentía, de autoafirmación, de asertividad, para los cuales no todos venimos preparados con herramientas racionales, emotivas, dentro de nuestra personalidad -> todo depende de cómo se formó nuestro modo de ser a lo largo de la infancia y adolescencia. Detectar que algo va mal es quizá lo más difícil, pero es el primer paso; en el camino de la liberación, quizá el siguiente paso más complicado sea buscar ayuda profesional, porque no siempre aceptamos que alguien más, preparado profesionalmente para ello, nos puede guiar en esa senda.

Tras este interesante paréntesis, seguiremos con Onfray, principalmente. Ya os contaremos.

domingo, 12 de abril de 2009

Es lo bueno de unas mini-vacaciones sin planes...


... que tengo un tiempo que no suelo tener para darme indiscriminadamente a una de mis pasiones: la lectura.

Tras la finalización del libro de la Transición, he finalizado un breve ensayo, apenas una introducción larga, un trabajo de curso: "Postmodernidad", de David Lyon.

Como suelo hacer en este blog, registraré mis sensaciones tras la lectura, sin querer hacer ni resumen ni crítica.


Hay dos personas dentro en mí: una que cree (¿crédula?) que existe un proceso, "el progreso", que nos llevará a todos hacia un futuro mejor, y otra que, en su comportamiento, en sus valores, en sus herramientas para enfrentarse a los Otros y al Mundo, es ferozmente postmoderna (desencantada, nihilista, global/local, metarreal, de identidad difusa, etc, etc), un perfecto hijo de estos tiempos presentes, vaya.


¿Es un rescoldo de esperanza infantil lo que permanece de fondo en mi carácter, siempre pensando que vamos hacia un mundo mejor, de un modo u otro? ¿En realidad mi "yo postmoderno" no soy en realidad "Yo", sino un ethos particular causado por mi vida en el mundo actual?

De todos modos, debo agradecer a este opúsculo el haberme aclarado las ideas sobre lo que es postmodernismo -y postmodernidad. Creo que hasta ahora estaba usando estos conceptos sólo de manera tangencialmente correcta.

Y también debo agradecerle que, como los buenos libros, haya servido de incitación para seguir leyendo otros: ya he comprando el primer tomo de la trilogía de Manuel Castells sobre la era de la información. Parece bastante académico, extenso y de lectura densa, aunque estoy bastante ilusionado. De todos modos, ya estoy con Onfray y Apolonio... pero eso es otra historia que ya os iré contando...

viernes, 10 de abril de 2009

Ascensión a La Mira por Los Galayos


Ayer Jueves Santo me lié la manta a la cabeza (gran "idiom", pardiez), y me fui a disfrutar de algunas de las mejores vistas de la meseta central desde el mirador de La Mira, en Gredos, subiendo por el Galayar.

Telegráficamente:


  • 07:50 Salida con el coche de casa (y eso que puse el despertador a las 06:30).


  • 09:50 Llegada al Nogal del Barranco, tras chuparme una A-5 repleta de coches en operación salida de la Semana Santa.


  • 10:02 Comienzo de la caminata.


  • 13:00 Llegada a La Mira, con dos breves paradas para beber y comer algo (una de ellas en el Victory, a las 12:00 clavadas).


  • 13:20 Salida de la Mira, tras comer algo más (o sea, dos barritas energéticas más y lo que me quedaba del plátano).


  • 14:00 Paradinha en Victory, para ver a la única cordada que se había aventurado a echarle un pegue, por una de las vías del Torreón, no he sido capaz de identificar cuál. El viento arreciaba frío y el sol alternaba con las nubes, empeorando poco a poco el día.


  • 14:10 Seguimos en marcha.


  • 15:41 Llegada al coche: estiramientos, cambio de ropa, algo de comer de más enjundia en el kiosko que hay en el Nogal, una pequeña siesta al rumor del río, y vuelta a casa.

El regreso no fue más de 1h30', haciendo que merezca la pena una salida de un sólo día desde Alcorcón, que es donde vivo.


Subo un par de fotos de las vistas a O y a E desde La Mira, hechas con el móvil: tengo la cámara digital al borde del reciclado, voy a tener que abrir una nueva hucha para ir juntando cuartos para una nueva.










No era para tanto...


Finalmente, conseguí terminar "Crónica política de la Transición". No ha sido tan duro: quizá se ha hecho más árido en los capítulos sobre la crisis del gobierno de UCD entre el 77 y el 81 (todo iba mal, el liderazgo de Suárez caía en picado, el partido era un conjunto de reinos de taifas... y económicamente el país iba fatal), pero el poso que me deja en el paladar tiene dos caras:


  • Un sabor agridulce por el "conductismo", podríamos decir casi "despotismo ilustrado" con el que las clases dirigentes, incluyendo en este orden a todas las fuerzas políticas independientemente de su ideología, respaldo popular o peso político en el proceso, dirigieron los pasos de la Transición. Sólo en los disturbios de los primeros años se vio a un pueblo protagonista de su propio destino, cayendo luego en años de desencanto, hasta el "golpe" de las elecciones del 82, donde volvió a coger las riendas dando un timonazo a la dirección política del país.

  • La gran aventura que fue, con final feliz, si podemos decirlo así, no sé hasta que punto gracias a lo anterior. Ha habido momentos durante la lectura del libro en los que devoraba los párrafos de pura excitación, como cuando de niño leía novelas de Salgari o cuentos de Poe.

De todos modos, me gustaría pensar que Doval ha intentado ser ecuánime en la descripción de los hechos (y en las inevitables valoraciones): éste es un tema tan dado a los sesgos, voluntarios o intencionados, como lo es la Guerra Civil.


Otra sensación curiosa ha sido la de "memoria dormida". Cuando leo libros sobre la Guerra Civil, lo hago pensando en una "memoria robada", borrada de libros de historia y de clases elípticas y cobardes en el colegio; sin embargo, los hechos de la Transición sucedieron estando mis padres vivitos y coleando (otra cosa es que fueran sujetos agentes), y yo mismo, que nací en el 75, también estaba allí, no sé si presenciándolo o concentrándome tranquilamente en mis necesidades más básicas, como todo niño de corta edad. Por eso es "memoria dormida", no hurtada, ni traicionada.


Como con la Guerra Civil, sé que volveré a este tema recurrentemente, de tanto en cuando, buscando más información, quierendo sacar mis propias claves. Cada vez que lo he hecho, me he dado cuenta hasta qué punto estos periodos históricos configuran mi circunstancia actual -y futura-, y por tanto, a mí mismo.


viernes, 13 de febrero de 2009

Ahora sí

Éste es el libro: "Crónica política de la Transición (1975-1982)", de Gregorio Doval.

959 páginas.

Casi ná.

Habrá que llevar la contraria a Calímaco, aunque últimamente me da por pensar mucho en él: "mega biblión, mega kakón" -> gran libro, gran problema.

Si es que me meto en unos líos...

... de los que me cuesta salir. Sigo empecinado con "La transición española", de cuyo autor ahora no consigo acordarme. El comienzo es como una novela de suspense, trepidante, emocionante, pero en este punto, a mitad de libro, que corresponde a los meses posteriores a la instauración de la Constitución el 6/Dic/1978, es una sucesión constante de problemas, económicos, políticos, de seguridad -terrorismo a toda potencia-, que llega a agobiar; de hecho no puedo evitar hacer constantes paralelismos con la situación actual y, sinceramente, ahora estamos mal, pero en aquellos años lo pasamos bastante peor.
Literariamente, el libro está bien escrito, es ameno, y consigue, a mi entender, mantenerse con dignidad en esa borrosa y difícil frontera entre el academicismo, la crónica periodística y el popular subgénero de "novela histórica" (gran generador de best-sellers de metro).
Espero poder postear los datos económicos de aquella época comparándolos con la actual, para que podáis ver la diferencia.