viernes, 3 de diciembre de 2021

El mar, el mar, de Iris Murdoch

Otra referencia que me llega desde Twitter. Las alabanzas a Iris Murdoch, y a este libro en particular, me habían llegado desde varias fuentes, y sólo estaba esperando que me apeteciera de nuevo leer literatura para hincarle el diente.

El mar, el mar cuenta un periodo muy particular de la vida del dramaturgo Charles Arrowby, en el que, tras una vida de éxito y fama como director teatral, decide retirarse en soledad a una casona en la costa de Inglaterra. Unos capítulos iniciales, escritos como un diario, nos permiten conocer el egocentrismo y narcisismo de Arrowby a través de su propia introspección sobre su vida. De manera fortuita, aparece su primer amor de juventud, trastocando los planes de tranquilidad y soledad de Charles, que se obsesiona hasta la locura, llegando incluso a retenerla en su casa en contra de su voluntad. Durante todo el tiempo no dejan de pasar por allí antiguos amigos, amantes, y su primo James, una especie de antagonista con el que le une una relación de amor-odio. No quiero contar más para no destripar la obra; podéis encontrar una síntesis mejor en la Wikipedia: El mar, El mar.

El trabajo de descripción psicológica del personaje de Arrowby, en forma de permanente voz interior, roza la orfebrería. La minuciosidad en sus pensamientos, reflexiones, dudas, es abrumadora si uno piensa en el trabajo que tuvo que aplicar Murdoch para lograr un relato fluido, que resultara veraz y atractivo aunque fuera narrativamente masivo. Cuántos pensamientos puede tener una persona a lo largo del día, cuántas argumentaciones a favor y en contra de uno mismo, cuántas opiniones sobre los demás, sobre sus actos y, también, sobre sus supuestas intenciones. Tuvo que ser un esfuerzo titánico, de energía pero también de precisión. Me gustaría conocer cuánto tiempo le llevó a la escritora finalizar esta obra, y qué técnicas empleó para ello.

Si además tenemos en cuenta que el personaje, en sí mismo, es realmente una mala persona (y no estoy siendo naïve al describirlo así), hace que la novela gane mucho más en interés. Y no me refiero a que sea un psicópata, un asesino o un delincuente: sería otro tipo de obra. Es alguien que se pone a sí mismo por encima de todos, sin escrúpulos, manipulando, utilizando a los demás para satisfacción de sus propios intereses. También se puede ver por el otro lado: Arrowby es un fino detector de debilidades humanas, y es a través de ellas cómo consigue lo que busca sin importar el daño causado al prójimo. Allá cada uno con sus propios fantasmas. ¿Por qué entonces sigue teniendo gente a su alrededor, amigos, amantes, su primo James? Su personalidad magnética, y su capacidad para manejar a los demás hace que tenga "satélites" en todo momento.

Aunque me costó arrancar con su lectura, tras finalizar quedé muy satisfecho con "El mar, el mar", con el sabor de boca de haber leído una gran novela que atesora mucho oficio y mucho talento. Me guardo a Iris Murdoch para el futuro.

sábado, 16 de octubre de 2021

Escalada en Picos de Europa, 2021, con David Nadal

Volvemos a ser fieles a nuestra cita estival, nuestro pequeño paréntesis semanal de cada año en el que podemos dedicarnos al 100%, física y mentalmente, a esta pasión nuestra de subir montañas "por donde no es". Me gusta escribir estas crónicas pasado un buen tiempo porque así se destilan las cosas importantes que quedan de estas aventuras, que son, al fin y al cabo, las que nos empujan a volver.

Esta vez decidimos repetir Picos de Europa, pero cambiando de macizo: iríamos a subir Peña Santa, un antiguo sueño mío, y alguna actividad alrededor de Collado Jermoso. Inicialmente, contábamos con Álex para acompañarnos, y las escaladas alrededor del macizo del Llambrión parecían asequibles para todos.

Lo cierto es que todo el plan adquirió un tono más montañero que escalador, con largas aproximaciones, un par de vivacs, otras tres noches de refugio, y muchos metros de desnivel.

Esta vez todas las fotos están reunidas en un sólo álbum, 20210809-15 Picos de Europa con David.

Más o menos la cosa fue así:

  • Peña Santa de Castilla por Sur Clásica (600m, V+, croquis en Vía Clásica). Tras pernoctar en Vegabaño (lleno hasta los topes, aunque cenamos como reyes) después de la ruta en coche desde Madrid, empleamos la mañana en una aproximación sin prisa pero sin pausa a Vega Huerta. La tarde se fue en descansar lo posible huyendo de un sol de justicia, cuidando hidratación y alimentación, y visualizando la aproximación a la vía que haríamos sin sol al día siguiente.

Y así, fue: logramos poner el primer pie de gato en la primera presa a las 07:00 AM en punto, tras una noche prácticamente sin dormir, madrugón, desayuno, preparación y aproximación con frontales.

Desde el principio ambos escalamos con fluidez, sin prisa pero sin dudas, con pocas vacilaciones de orientación (alguna en la trepada por la canal hasta la chimenea). Ya tenemos oficio, y se nota: bebemos y comemos constantemente sin interrumpir el ritmo de la escalada, en las reuniones todo se realiza con diligencia, montando pocos líos con el material o las cuerdas, y en los pasos difíciles echamos ese punto de decisión que hace economizar un tiempo precioso.

Total: 6 horas y 30 minutos en hacer cumbre, mejorando bastante las 8 horas que teníamos previsto. Lo más bonito de la escalada fue el contexto que nos rodeaba, una montaña inmensa llena de picos, canales, placas, fisuras, chimeneas, neveros... un mundo en sí mismo. A nivel más técnico, el muro final de canalizos es puro disfrute: incluso empuja a buscar zonas menos evidentes para mantener el nivel de "pimienta" en la ascensión.

Tras la media horita de rigor en la cumbre mirando el paisaje, haciendo fotos y comiendo a gusto, bajamos por la ruta normal, la Canal Estrecha, que requiere buena dosis de orientación y habilidad montañera. ¡Más difícil es subir esta montaña en botas por la  normal que escalando con gatos! Empleamos las 4 horas que teníamos pensadas según habíamos estudiado croquis y reseñas. En La Forcadona tentamos a la suerte yendo por el último nevero, con la fortuna de encontrar una bajada a la rimaya en buenas condiciones.

Esa misma noche pernoctamos también en Vega Huerta y, al día siguiente, descenso a Vegabaño y desplazamiento en coche a Caín, donde nos alojamos en El Diablo de la Peña, un sitio donde siempre me ha gustado por lo cómodo y limpio del alojamiento, el servicio y lo bien que se come.

  • Vía de los Canalizos a la Torre de la Palanca (180m, V, croquis en Arcoguía). Esta pequeña joya era la que teníamos reservada para que Álex pudiera compartir cuerda con nosotros.

Tras dormir en Caín, dejamos el coche en Cordiñanes, previendo el descenso del último día desde el refugio, y cogemos un taxi que nos deja cómodamente en el Cabén de Remoña. Desde ahí, empleando la mañana sin agobios ni rodeos, llegamos a Collado Jermoso a la hora de comer. Como en el caso de Vega Huerta, aprovechamos la tarde para descansar y disfrutar del paisaje, aunque la masificación del refugio y sus alrededores le quiten bastante sentimiento a la cosa. Jermoso en verano es una constante romería, y las tiendas de campaña se multiplican cada año en cada mínimo rellano que pueda tener el collado. El grifo de cerveza no descansa en todo el día.

Al día siguiente, madrugamos relativamente, respetando el primer turno de desayunos, y al lío. Tras una aproximación incómoda por el acarreo de piedra, llegamos a la base de la vía sin problema. David abre la escalada por el desplome inicial con decisión y yo me hago el largo 2 por la famosa travesía, expuesta pero fácil. David vuelve a coger los trastos en el largo 3, el más disfrutón de la vía, y yo corono tras hacer el L4 complicándome la vida a posta en un pequeño desplome.

Está claro que nos quedamos con ganas de más. Podríamos haber seguido escalando por esos tubos de órgano y afiladas crestitas otros tantos largos, pero la vía se acaba ahí. Como complemento, nos subimos a la Aguja de la Palanca, en una escalada breve pero con su puntito: un solo largo de carácter más alpino, sin recorrido claro y roca de calidad dudosa. Una pena que no se aprecie mientras escalas el pasmoso desplome que hace la aguja contra la ladera de la Torre de la Palanca: probablemente unos 70m de caída a plomo sobre los que uno avanza sin darse cuenta.

Para redondear la jornada, nos hacemos los 200m que nos restan hasta la cumbre de la Torre de la Palanca, donde las vistas son espectaculares sobre los macizos central y occidental de Picos de Europa. Incluso me tiro el pisto de nombrar todos los picos que reconozco en un video 360º desde la cumbre.

Tras un buen ratillo disfrutando de las vistas, emprendemos la bajada. Como ya me pasó hace tiempo (Picos de Europa 2010 - D2 - La Palanca), no vimos un desvío brusco a la derecha que hace la vía normal al bajar, y avanzamos por una pedrera muy empinada e incómoda que finalizaba en un embudo que tuvimos que destrepar. Con el sol, el cansancio, el polvo y las piedras, la verdad es que fue una prueba de resistencia. A partir de ahí, en todo caso, todo era ya fácil hasta el refugio, donde pagamos con ganas la ducha y remoloneamos hasta la cena. Por supuesto, nos acercamos de nuevo a ver el atardecer contra el macizo occidental, aunque esta vez tampoco pudimos contar con el famoso mar de nubes. Increíble la presión de la gente por encontrar el mejor sitio: cada nuevo grupo que llegaba se ponía delante de los anteriores para mejorar la vista.

Ésta es la tercera vez que estaba en Jermoso, con la ilusión de repetir las mismas sensaciones que las dos ocasiones anteriores. Sin embargo, el nivel de masificación de todo el lugar, no sólo del propio refugio, sino también de los alrededores, estropeó la experiencia y, honestamente, me han quedado pocas ganas de volver por allí en breve. Ya veremos si repito cuando Isabela, mi hija, se anime a subir conmigo.

Finalmente, tras una noche de refugio (ruidos, ronquidos, toses... y más cosas), desayunamos y emprendimos la bajada, preciosa a primera hora de la mañana, hasta nuestro coche en Cordiñanes. Desde ahí, con una pequeña parada en Carrión de los Condes para comer, llegamos hasta Madrid.

Esta vez no tengo unas lecciones aprendidas claras, como sí las tuve en anteriores salidas. Las vías de escalada en sí mismas estaban dentro de nuestra zona de confort, y muchas cuestiones pequeñas estaban bien resueltas gracias a la experiencia ganada en las anteriores actividades. Quizá mejoraría alguna cosa respecto a la comodidad de los vivacs que hicimos en Vega Huerta, por descansar de verdad al 100%. Y está claro que tenemos que buscar desafíos mayores para seguir sintiendo esa emoción especial que nos hace querer meternos en problemas una y otra vez.

Como en años anteriores, ¡David, camarada, hasta la próxima en verano de 2022!

lunes, 27 de septiembre de 2021

Editando genes: recorta, pega y colorea, de Lluís Montoliu

Se me hace difícil reseñar este libro. A pesar del enorme esfuerzo divulgador que contiene, sus más de cuatrocientas páginas albergan una riqueza de información abrumadora. Montoliu abre al profano un mundo emocionante de investigaciones científicas con un potencial brutal para la especie humana, y lo hace con un lenguaje accesible, explicando procesos y técnicas muy complejos, y mostrando una genuina emoción por todo ello.

El libro comienza por los primeros descubrimientos de los CRISPR en arqueas y bacterias, realizado principal, aunque no únicamente, por un científico español, el doctor Francis Mojica, de la Universidad de Alicante. Es cierto que Mojica fue el único que hizo la apuesta investigadora y vital de continuar su estudio a largo plazo.

Francis Mojica

Luego la obra continua con los descubrimientos de Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna para el uso de CRISPR en la edición genética, por los que recibieron el Premio Nobel de Química en 2020. Y a partir de ahí, se emprende un viaje emocionante por todos los avances, decepciones, potencialidades, riesgos, líneas abiertas de investigación y callejones sin salida que se han abierto gracias al tesón que mostró Francis Mojica hace ya unos años; imposible resumirlos en unos párrafos.




Creo que Lluís Montoliu aprovecha además para hacer un homenaje a Mojica y para contar, como andando descalzo por brasas ardiendo, pero con toda la intención, la sombras que a veces tiñen la investigación en forma de intereses políticos y económicos. Al leer sus palabras, creí ver destilado un sentimiento gremial de vergüenza por la exclusión -sí, exclusión- de Francis Mojica del premio Nobel de Charpentier y Doudna. No recuerdo que Montoliu usara palabras tan fuertes, pero creo haber captado el espíritu de lo que se contaba.



Recomendaría, sin dudarlo, este libro a cualquier que pudiera sentirse interesado en la genética, y sobre todo a aquella persona que quisiera ponerse al día más allá de los artículos sensacionalistas que suelen aparecer en la prensa sobre estos temas. Sin duda, regresaré a este libro para mantenerme informado en el futuro.

Finalmente, por ponerle algún punto de mejora, me hubiera gustado contar con capítulo introductorio a la arquitectura informacional genética, si puedo decirlo así. También un glosario de términos hubiera ayudado a no tener que interrumpir la lectura para recurrir a Internet. Los gráficos, creados artesanalmente por el propio Montoliu, no ayudan precisamente a la comprensión de los conceptos que se describen en el texto aunque, una vez entendidos, poseen sentido... y hay que alabar el esfuerzo puesto en ellos.

En este punto, no sabría en qué dirección continuar mi viaje de conocimiento sobre genética: ¿conocer más la bioquímica subyacente? ¿profundizar sobre las leyes de la herencia genética? ¿continuar leyendo sobre la evolución de la vida y las especies? Quizá me anime a pedirle consejo directamente a Montoliu...

lunes, 13 de septiembre de 2021

La forja de un rebelde: (II) La Ruta, de Arturo Barea


No me pude contener, y seguí con la lectura de "La Forja de un Rebelde", continuando con el segundo libro, "La Ruta". En este caso, Barea narra su participación en la guerra de Marruecos a principios del siglo XX, en diversos puestos militares y diferentes lugares. Por supuesto, no se limita a hacer una crónica bélica, si no que, entremezclado con sus experiencias personales, nos cuenta las luces (¿alguna?) y sombras (muchas) de la presencia española en el norte de África.


Incluso introduce algunas anécdotas sobre personajes que después serán claves en la historia de España, como Millán Astray o el propio Francisco Franco. Clasismo, corrupción, analfabetismo, violencia, enfermedad, alcoholismo... se muestran sin ambages para intentar dar una imagen fiel de cómo era la España de las primeras décadas del siglo XX.

Si ya sospechaba en el libro anterior que la narración no es necesariamente una autobiografía al cien por cien, con éste la sospecha queda confirmada. Hay personajes que aparecen en el trascurso de la historia que, con sus breves parlamentos, hacen diagnóstico y predicción de diversos males de España; estos personajes me parecen vehículos tanto de la propia visión y opinión de Barea como del sentir popular que pudo haber esos años. Incluso los utiliza para cierta descarga de culpas, como cuando el señor Latre explica el fracaso de todos los matrimonios españoles debido a la división total entre hombres y mujeres en la sociedad. Es inevitable pensar que Barea, que se había casado por pura cabezonería y orgullo, frustrado por su matrimonio, hacer descansar su propio fracaso en factores externos a él mismo.

En todo caso, sigue siendo un relato vivo, dinámico, que atrae al lector, y que transmite de una manera limpia y veraz cómo fueron las cosas en este país en aquella época. Una tensión que subyace en todo el relato, que hace esperar al lector que todo va a ir a peor, ya anticipa el drama brutal que sufriríamos en este país, años más tarde, con la Guerra Civil.

sábado, 7 de agosto de 2021

La forja de un rebelde: (I) La Forja, de Arturo Barea

Por fin me decidí con un libro de literatura sobre la Guerra Civil. Hasta ahora todo habían sido libros académicos, ensayos, obras monográficas. Y esta obra de Barea tenía fama tanto dentro como fuera de España, con reseñas incluso del propio Orwell. 

Arturo Barea (1897-1957) fue un periodista autodidacta que se exilió a Inglaterra durante la Guerra Civil. Como escritor, ésta fue la obra que le dio fama internacional. Está compuesta de tres tomos: La forja, en el que cuenta su infancia; La ruta, en el que describe su paso por el ejército español en Marruecos; y La llama, con sus experiencias durante la Guerra Civil.

Es difícil saber cuánto hay de auténtica biografía y cuánto de ficción en "La Forja". Incluso costaría denominar "ficción" a cualquier elemento narrativo que Barea hubiera añadido al relato de su propia vida, ya que se retrata con realismo cómo era la vida en el Madrid de principios de siglo. 

Hay, en todo caso, segmentos en la narración, como la descripción de cómo ganaban dinero los bancos de aquella época, o el intenso debate con sus familiares acerca de sus perspectivas de futuro, que no fluyen con el resto del relato, y que parecen añadidos a la historia. 


Por el momento, el primer volumen ha estado al nivel de las expectativas: un relato vívido, dinámico, de la vida en España de aquella época, tanto en Madrid como en el campo, montado a través de episodios de la infancia de Barea. A nivel personal, me sorprendió cómo ya en aquella época los "empleados" sufrían a menudo peores condiciones económicas que otras profesiones por la falta de unión y la competencia entre ellos, y la existencia de riders, igualmente precarios y mal pagados, como ahora los hay trabajando para Deliveroo, Uber Eats o Glovo. Hay cosas de la estructura económica de nuestra sociedad que no han cambiado en más de cien años.

También encontré coincidencias y sorpresas en los capítulos dedicados a la vida en los pueblos, o la descripción descarnada de cómo era el barrio de Avapiés (actual Lavapiés) de Madrid. Quizá sin vivir aquí no hubiera tenido la misma experiencia leyendo esta obra.

Ahora, cambiaré de tercio con otras lecturas, pero el segundo volumen, La ruta, ya está en la mesa, esperándome.

domingo, 4 de julio de 2021

Mi gran familia europea, de Karin Bojs

Seguimos intentando averiguar cómo hemos llegado hasta aquí. Después de varias obras sobre evolución y genética como, por ejemplo, El gen egoista o La forja genética de Europa, me animé con Mi gran familia europea de Karin Bojs, divulgadora científica sueca, que venía avalada por varios premios.

El libro es una crónica de la investigación de la autora sobre sus antepasados, desde la primera migración de homínidos hacia Europa hasta la actualidad. En su papel de periodista repasa referencias, entrevista personalidades científicas, utiliza tests genéticos e indaga en su propio árbol genealógico para desentrañar el camino de nuestros ancestros en este continente. Destacan varios momentos clave en este camino:

  • El cruce entre las especies Cromagnon y Neanderthal.
  • La primera migración de cazadores-recolectores desde Oriente Medio a Europa.
  • La segunda migración desde Oriente Medio, esta vez de agricultores-ganaderos.
  • La invasión de los yamna, los indoeuropeos, desde las estepas centroasiáticas

En la parte final de la obra, el recorrido que se hace es el inverso: desde la actualidad, la autora se va remontando en su árbol genealógico todo lo que los registros civiles y parroquiales le permiten. Así, logra conocer la vida de varios de sus ancestros hasta, aproximadamente, el siglo XVIII.

Al acabar la obra tengo sentimientos encontrados:

  • El lenguaje empleado es malo. No sé si será por la traducción, o por la redacción original de la obra; uno siente que está delante de esos documentales pseudo-científicos televisivos con doblaje voice over y traducción mínima. Me hacen gracia expresiones como "El afamado investigador genético aleman Zutanen Menganen nos cuenta cómo pasó", o los "Entonces" a comienzo de frase, separados de la primera parte de la sentencia.
  • La narración gana interés e intensidad cuando Bojs investiga sobre sus antepasados directos, no acerca de la prehistoria y las últimas técnicas genéticas. Es entonces cuando la historia vibra con toda la grandeza y miseria de la condición humana: tanto el azar como nuestras propias decisiones nos llevan a una vida plena o a una de pobreza y soledad. Y todos somos hijos de antepasados que fueron felices y miserables, unos y otros: los primeros se perpetúan en sus descendientes y dejan rastros más claros en sus sociedades; los segundos se esfuman en un rastro de humo que desaparece en  la historia (todos somos "como fueguitos en la pampa", como decía Galeano).
  • Me llevo unos cuantos descubrimientos en mi camino de conocimiento gracias a Bojs, eso también hay que decirlo; por destacar unos cuantos:
    • El Hombre León de la cueva de Stadel, de hace 40.000 años.
    • El yacimiento de Göbekli Tepe en Chipre de hace 16.600 años.
    • La polémica, ya resuelta, entre los historiadores que consideraban que la agricultura nació en cada lugar, y los que defendían que llegó a Europa por una oleada migratoria desde Oriente Medio.
    • La historiadora lituana Marija Gimbutas y la revolución que trajeron sus teorías sobre la invasión indoeuropea de Europa por los yamna, con todos sus aciertos y fallos.
  • Hay ciertos aspectos controvertidos que me parecieron errores: que la Edad del Hierro coincida con el Imperio Romano, por ejemplo. O la elección de unos yacimientos o descubrimientos sobre otros en cuanto a su importancia histórica, aunque aquí el debate puede ser más abierto.
  • Tanto lo poco que se cuenta sobre los haplogrupos en los primeros capítulos como la sección final "Preguntas y respuestas sobre el ADN" se quedan claramente insuficientes para tener una perspectiva completa, no necesariamente profunda, sobre los estudios de linajes genéticos.
  • Por motivos que Bojs deja claros desde el comienzo, la investigación se centra, en lo posible, en la historia de las comunidades humanas en Escandinavia. Aquí no hay trampa ni cartón, aunque me hubiera encantado tener una obra parecida sobre el caso de España.


Creo que, ya sea por el oficio periodístico, o por buscar una obra accesible al gran público y fácil de leer, no se logra un buen libro a pesar de todo el trabajo de investigación que hay detrás. Viajes, entrevistas, papers científicos, simposiums, museos... han sido necesarios para lograr juntar en un solo volumen un intento de trazado del linaje europeo, pero no es la obra que esperaba.

 

En este punto, mi curiosidad se encamina hacia las técnicas CRISPR y la posibilidad de "cortar y pegar" nuestro material genético. El último premio Nobel de Química reconoce el salto científico, diríamos casi evolutivo, que suponen estas técnicas. A seguir investigando.



lunes, 3 de mayo de 2021

El Infiel y el Profesor, de Dennis Rasmussen

Debí llegar a este libro a través de alguna cuenta de Twitter: probablemente, alguna recomendación de alguno de los economistas a los que sigo. Probablemente me decidí a su compra por las buenas valoraciones en Amazon. El caso es que me ha decepcionado: más que confrontar las obras y reflexiones de ambos pensadores, como me hubiera gustado, es una prolija narración de su amistad y vicisitudes, juntos o por separado, a lo largo de sus vidas. En los momentos en los que se entra al meollo, es principalmente para demostrar la deuda intelectual de Smith con Hume, lo cual, dada la influencia del filósofo en su contexto histórico, es algo fácilmente aceptable.

Menos mal que está bien escrito, o quizá, mejor traducido, y se hace muy llevadera la lectura de decenas de detalles cronológicos, logísticos, habitacionales, etc, que pueblan sus páginas. No puedo enfadarme, ya que me engañé yo solo. Quizá sea más molesta cierta grandilocuencia, que lleva a definir a Hume como el mayor filósofo de la historia, o a la Ilustración escocesa como un faro del pensamiento de occidente.

En fin, a otra cosa.

domingo, 2 de mayo de 2021

Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk


En 1980, se publica la primera edición de la novela de Umberto Eco, "El nombre de la rosa". Como es bien conocido, se trata de la investigación de unos crímenes sucedidos en una abadía del norte de Italia en 1327 por Guillermo de Baskerville, franciscano inglés, y su novicio Adso de Melk. El asunto es especialmente espinoso ya que en esa abadía va a tener lugar una importante reunión teológica para la iglesia católica en la que está en juego algo más que la interpretación de las escrituras. El tema a discutir es la doctrina de la pobreza apostólica, defendida por los franciscanos, y apoyada por Ludovico de Baviera, frente a los dominicos que defienden la ortodoxia fijada por el papa de Aviñón, soportada por el rey francés Felipe V.


"Me llamo Rojo", una de las novelas más famosas de Orhan Pamuk, permio Nobel de Literatura en 2006, fue publicada en 1998. En el Estambul de 1591, en pleno Imperio Otomano, sucede un asesinato entre los ilustradores dedicados a iluminar un libro especial encargado por el propio Sultán. Para el taller de iluminación, el homicidio es algo más que una cuestión detectivesca, ya que el encargo del Sultán supone la ruptura con la tradición artística heredada desde distintos puntos del Oriente a lo largo de cientos de años, y la adopción de una filosofía de la pintura proveniente de Occidente, "de los francos". Estambul: como siempre a lo largo de la historia, punto de unión o de ruptura entre Oriente y Occidente, entre tradición y modernidad.


¿Por qué comenzar a hablar de "El nombre de la rosa" en una pequeña reseña sobre "Me llamo Rojo"? Apenas unas decenas de páginas de lectura dejan claro el paralelismo entre las dos obras. En ambas se tratan temas parecidos a distintos niveles de lectura y de interés intelectual. Hay una trama de investigación, que tiene interés por sí misma para cualquier lector y que, en el caso de Eco, bebe sin duda de las historias de Sherlock Holmes. También se mezcla una trama romántica, con más peso en la historia de "Me llamo Rojo", donde afecta enormemente a Negro, el principal encargado de la investigación detectivesca.

Y luego tenemos los temas más intelectuales, como el choque entre ortodoxia y evolución, representada por dominicos y franciscanos en "El nombre...", y por ilustradores seguidores de la tradición frente a los dispuestos a seguir las nuevas corrientes europeas en la obra de Pamuk. Otro paralelismo que se puede apreciar, esta vez más arriesgado, es entre empirismo y racionalismo. En el caso de la novela de Eco, es el nominalismo de Ockham, precursor del empirismo inglés posterior, contra la teología oficial, basada en la doctrina de Santo Tomás de Aquino, en la que razón y fe están entrelazadas. En el caso de "Me llamo Rojo", es el realismo perseguido por los pintores europeos, los "francos" como dicen los estambulitas de la obra, que quiere mostrar las cosas y las personas tal y como son, frente a la filosofía de la pintura heredada de la tradición oriental, en la que el ilustrador quiere pintar "cómo Dios ve las cosas", de un platonismo claro.


Hay también aspectos sutiles en los que las dos obras rozan una con otra: 
  • El nominalismo de Ockham aflora no sólo en los debates y reflexiones teológicas de la obra de Eco: incluso la frase final de la obra en latín habla del nombre "de la rosa" (la campesina de la que Adso se enamora) como lo único que le queda; al fin y al cabo, es el título de la historia. En el caso de la obra de Pamuk, el hecho de jugar con los nombres reales de los ilustradores y de los apodos que tienen en el taller para el resto de artistas (Rojo, Negro, Aceituna, Mariposa, Cigüeña, Tío), permitiendo distintos planos de identidad para los personajes; de hecho, el título de prácticamente todos los capítulos es "Yo, X", "Me llamo Y", o "Me llaman Z". El título del libro es "Me llamo Rojo", sin ir más lejos.
  • Ambas obras son posmodernas por muchos motivos: en ambos casos, por la intertextualidad, por los diferentes niveles de lectura, y por ser libros que tratan de libros. En el caso de "El nombre de la rosa", por plantearse como "obra abierta", por los cuatro niveles de inclusión de la historia ("Vallet decía que Mabillon había dicho que Adso dijo.."), y por el juego intelectual de citas y referencias constantes. En el caso de "Me llamo Rojo", por la ruptura de la cuarta pared, y por la deslocalización constante de la voz narradora, incluso impersonando a la Muerte como cuentista, o a un caballo, por ejemplo.
¿Hubiera existido "Me llamo Rojo" sin "El nombre de la rosa"? He buscado críticas, reseñas, entrevistas por Internet, y no he encontrado que nadie sospeche que la obra de Eco pueda ser inspiración para Pamuk. A mí me resulto bastante claro desde cierto punto en la lectura de "Me llamo Rojo".



Para finalizar, me gustaría aclarar que, aún habiendo identificado una influencia tan directa, la historia de Pamuk me ha cautivado durante semanas, y me ha hecho sentir aún más interés por Estambul (Bizancio, Constantinopla ¿Troya?).



¿Podré visitarla algún día, por algo más que trabajo? Merecería una semana entera como hicimos con Venecia hace años. E ir de Venecia a Estambul es seguir cierto hilo histórico y filosófico que puede continuar más allá.

domingo, 7 de marzo de 2021

Ruptura, de Manuel Castells

El prestigio académico del autor precedió a la elección de este libro. Ya tenía en mi poder "La sociedad red", del que sólo pude leer capítulos aislados: es una obra masiva que, aún intentando ser divulgativa, no  es fácil para el aficionado. Quedé asombrado, en su momento, del certero análisis sobre el impacto que las nuevas tecnologías iban a tener en las sociedades cuando Internet apenas comenzaba a extenderse.

En "Ruptura", el actual ministro de Universidades analiza la crisis de legitimidad que está afectando a todas las democracias liberales, consecuencia principalmente de una imparable desigualdad económica y una creciente desconfianza en las instituciones de gobierno.


"Ruptura" no contiene soluciones: Castells juega limpio y eso lo reconoce desde el comienzo. Y esto me hizo  preguntarme si merecía la pena continuar con su lectura: coincido con el autor en cuáles son los síntomas y cuál es la diagnosis; lo que busco es cuál puede ser la prognosis y la cura, y eso no venía en el libro.

En todo caso, continué, y la lectura no perdió valor, porque el ejercicio de síntesis es brutal: Castells es capaz de condensar Brexit, Trump, Macron, Große Koalition, y la crisis de la Unión Europea en unas pocas páginas, casi sin respirar.



Lo curioso es que, al llegar a España en el capítulo 4, el análisis se me antoja más controvertido, lo que me hizo sospechar de que en la sección anterior me dejé arrastrar por el volumen de datos y la coincidencia en sus posturas. Creo que exagera el impacto internacional del movimiento del 15-M y, en el caso de la cuestión catalana y el pseudo-referéndum del 10-O, sobrelegitima el intento electoral y pasa de puntillas por la total ausencia de apoyo auténtico a nivel internacional, especialmente europeo.

Para finalizar, es una lectura que me ha hecho reflexionar, sin tener que estar de acuerdo en todo lo que dice. No deja de quedarme una sombra de decepción por no incluir algún tipo de planteamiento para superar esa crisis de legitimación que sufrimos: qué menos cabría esperar de alguien al que, democráticamente, le hemos dado un puesto en el gobierno y, por tanto, el poder de dirigir nuestro rumbo en estos procelosos tiempos.

sábado, 20 de febrero de 2021

Understanding Greek Welfare de Matthew A. Sears

Hubo una temporada que me decidí a seguir en Twitter a mucha gente relacionada con el mundo clásico. Entre ellos se encontraba Matthew Sears, que compartía contenido interesante y no dudaba en entablar debate con otros usuarios de la red social. Con el paso de tiempo, fui cambiando de preferencias, centrándome más en noticias de actualidad, tecnología y economía, pero quise dar una oportunidad a una de las obras de Sears dedicada a la guerra en la antigua Grecia.

Éste es un libro asombrosamente fácil de leer, a pesar de estar en inglés y tener una base académica. Precisamente, a pesar del conocimiento que despliega, Sears sabe que está ofreciendo una obra divulgativa, por específico que sea el tema, y no cae en constantes citas y referencias externas o notas enormes a pie de página.

Si algo cabría destacar de "Understanding..." es su increíble capacidad de síntesis, siendo capaz de ir desde las leyendas homéricas al fin del mundo helenístico sin que decaiga el interés de la lectura ni que se dejen temas importantes en el tintero. Todo ello escrito con un inglés ensayístico pero ágil, fácil de leer para el foreign speaker. Creo que escribir una obra así requiere dos cosas: un conocimiento profundo de la materia y maestría en el arte de contar, un cierto dominio del estilo. Quizá Sear tenga ambas cosas por su rol de profesor universitario, pero tengo claro que ser profesor sólo es una condición necesaria, no suficiente.


Como acompañamiento visual de su lectura he tenido a mano Atlas ilustrado de la Guerra en la antigüedad: Grecia, de Rubén Sáez Abad, que ha iluminado mi imaginación con fotos, ilustraciones y mapas.

Para finalizar, me gustaría encontrar obras así sobre otros tiempos y espacios históricos, aunque va a ser difícil detectarlos desde fuera leyendo la contraportada o viendo el número de páginas que tenga el libro. A ver si tengo suerte.

domingo, 7 de febrero de 2021

Ulises y la comadreja, de Georg von Wallwitz

Mi curiosidad por la economía, las buenas recomendaciones del libro en internet, y el atractivo de mezclar filosofía con finanzas sirvieron de anzuelo para picar con esta obrita de Von Willwtz, de apenas 192 páginas.

La verdad es que el libro es una delicia en cuanto a la erudición que trasmite y la facilidad de lectura: es difícil no devorarlo de una sola sentada. Por otro lado, la tesis queda más o menos clara desde el principio, y el discurso no sigue una línea demasiado cartesiana, ni fluye de manera contínua: el autor ha volcado con estilo elegante su conocimiento y experiencia casi como si nos lo estuviera contando en una agradable conversación. Entiendo que Von Wallwitz hubiera sido capaz de hacer algo más académico o literario, pero tampoco era ése el punto.

Las metáforas (no sé si estoy siendo preciso) de Ulises y la comadreja están un poco traídas por los pelos. La diferencia entre el ideal que los no iniciados tenemos sobre cómo son aquéllos que trabajan en finanzas y cómo son en realidad no queda bien plasmada entre los arquetipos que emplea el autor. Por otro lado, la importancia de la economía del comportamiento (behavioural economics) y el azar en las decisiones, no sólo de los inversores pequeños y aficionados, sino también de los profesionales maduros y grandes instituciones, está demostradas a través de ejemplos bien traídos desde diversos momentos de la historia.


Finalmente, otro aspecto muy positivo del libro es la Bibliografía recomendada al final de la obra: es un tesoro de nuevas lecturas con los que seguir alimentando esta travesía intelectual. No sé si fiarme de que Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de Keynes, sea tal accesible al común de los mortales como dice Von Wallwitz: quizá haya que planteárselo como lectura de verano... algún año de éstos.

viernes, 1 de enero de 2021

El país de los pájaros que duermen en el aire, de Mónica Fernández-Aceytuno

Un año entero ¡y menudo año! disfrutando de este libro poquito a poco. Aunque su lectura tuvo que ser forzosamente interrumpida, conseguí leer cada capítulo, dedicado a un mes del año, es su propio mes. De esta manera, podría encontrar en mi entorno los animales y plantas que Fernández-Aceytuno describe, al menos los pertenecientes a la meseta y a la sierra de Guadarrama.

La obra rezuma amor a la naturaleza en cada página, y particularmente a la naturaleza de los ecosistema de España. Y también trasmite un intenso humanismo cuando habla tanto de las personas que viven de la naturaleza, como agricultores, ganaderos o pescadores, como de las que viven para la naturaleza, como científicos, ingenieros o agentes forestales.

Uno de los aspectos que más me ha gustado del libro es el cuidado del lenguaje, recuperando vocablos y expresiones que se han ido perdiendo en el tiempo. En algunas entradas, se roza la prosa poética, a veces con musicalidad perfecta, otras adoleciendo de romanticismo que resulta un poco naïf. Tiene, en todo caso, párrafos para enmarcar, y frases para guardarlas en la memoria.

Sé que volveré a este libro muchas veces, cada vez que sienta curiosidad por la naturaleza que nos rodea en un momento concreto del ciclo anual. También sé que lamentaré olvidar algunos de los pasajes de la obra. Leer "El país de los pájaros que duermen en el aire" durante todo el año 2020 ha sido, con pandemia, confinamiento y teletrabajo, toda una experiencia.