sábado, 16 de julio de 2022

Antígona, de Sófocles

Diversos referentes intelectuales a los que sigo en redes sociales me llevaban, una y otra vez, a George Steiner. Destacaban su cultura extensísima, su acertada crítica, su elegante narrativa... y tantas otras cosas. Así que me la jugué con su "Antígonas", uno de sus ensayos más destacados, sobre un tema que permea la cultura occidental desde sus raíces griegas: el conflicto entre el estado y el individuo, por intentar decirlo de manera muy sintética, materializado en el drama "Antígona" de Sófocles.


He de reconocer que fui ampliamente superado. Constantes y detalladas referencias bibliográficas, de todo tiempo y autor, con profundas reflexiones, reseñas en francés, alemán y cómo no, en griego... y un primer capítulo basado sobre todo en el análisis de la obra original por Hegel y Fichte, me pusieron en mi sitio. Lo intenté varias veces, con el ánimo de obtener todo lo posible de la sabiduría de Steiner, pero llegué a un punto en el que era el orgullo, más que el hambre de saber, quien realmente me motivaba a continuar.

Pensé que mi error fue acercarme a la obra de Sófocles en segunda derivada, desde un ensayo escrito aproximadamente dos mil quinientos años después de su estreno, en vez de disfrutar primero de su lectura sin exégesis ninguna. Y la verdad es que su lectura ha sido muy enriquecedora, acompañada por un prólogo de María Rosa Lida que ayuda a la comprensión de sus matices. 

Antígona, hija del rey Edipo, hermana de Ismena, Etéocles y Polinices, toma la decisión de dar correcta sepultura a Polinices en contra de la orden de Creonte, reciente tirano de Tebas, que había dictaminado dejar su cadáver a las alimañas. Polinices había intentado conquistar Tebas con la ayuda de sus aliados argivos contra su hermano Etéocles, sin éxito, y encontrando la muerte en la batalla; de ahí el castigo de Creonte. Al oponerse a su orden, Antígona sabe que será condenada a muerte, pero considera más elevada la ley de la familia que la de la ciudad, personalizada en la voluntad del tirano.


Curiosamente, no me queda clara la justificación de Antígona para sus actos: en la primera parte de la obra, parece acogerse a la tradición y al amor a la familia en contraste con la razón de estado siguiendo un argumento que siento humanista. Sin embargo, a medida que avanza la obra, tanto la protagonista, como otros personajes y el propio coro, cada vez hacen más uso del argumento de la voluntad trazada por los dioses, contra la que poco puede hacer nadie, ni siquiera un tirano que se considera cargado de razón, sin encontrar su propia desgracia.

Me gustaría pensar en una Antígona más individualista, defensora de la familia y, también, de su propio criterio; recurrir a los dioses para su heroico acto es deslocalizar los motivos, llevarlo fuera de sí, volver a ser títeres de una comedia cuyo hilos manejan otros sin parar en el sufrimiento humano.

¿Alguna vez podré volver al ensayo de Steiner con la mochila cargada de todas las herramientas necesarias, y la motivación necesaria? Si se interponen los idealistas alemanes, creo que no. Tendremos que visitar otras costas en este periplo, que nos proporcionarán otras riquezas distintas.

sábado, 9 de julio de 2022

La forja de un rebelde: (III) La Llama, de Arturo Barea

Tercer tomo y último de la trilogía. Empieza con una mudanza familiar al pueblo de Novés, y acaba con la salida de Francia de Barea y su pareja tras haber huido en los últimos episodios de la Guerra Civil Española.

Curiosamente, siendo el libro que trata pasajes más dramáticos para el escritor, su lectura no me ha llegado a llenar como los tomos anteriores: probablemente, porque conocía con antelación la historia que cuenta. Hay cosas comunes: las mismas faltas lingüísticas y los mismos personajes arquetípicos, tan perfectos en su perfil que parecen personajes de juegos de rol, por ejemplo. También el episodio de Novés suena extraño: mover a la familia en bloque a un pueblo de Toledo sin ningún arraigo previo, manteniendo el trabajo en Madrid, a más de dos horas de transporte penoso, no parece una decisión racional. Cierto es que así se le simplificaban las cosas a Barea con su amante, pero, igual que hay personajes tallados a medida, la historia de la familia en Novés parece creada para explicar cuál era la dinámica social en cualquier pueblo de España en esos años. En todo caso, se podría considerar veraz y, de ser cierta al cien por cien, sin duda demostraría que la mecha del conflicto estaba ya prendida casa a casa, localidad a localidad.

El relato se vuelve frenético, acuciante, tanto en el comienzo del conflicto en julio de 1936, como en la defensa a la desesperada en Madrid en noviembre, tras la huida del gobierno a Valencia. Hay una pulsión especial en contar estos acontecimientos en primera persona, con la credibilidad y la memoria de haber sido parte de ellos, de haberlos vivido en sus carnes. Aunque conocía de sobra los eventos de aquella  defensa numantina e improvisada, sólo en esta obra he percibido el milagro de heroísmo, azar y voluntad colectiva que fueron aquellos momentos.

Cuando Barea brilla más como escritor es describiendo sus penosos días en el edificio de Telefónica como censor de la prensa extranjera en Madrid, y su enamoramiento de Ilsa Kulcsar, que le acompañaría en el exilio y se acabaría convirtiendo en su segunda mujer. Hay pasajes de introspección psicológica que, aunque desesperan porque ralentizan la acción en pasajes intensos, muestran un escritor más maduro, con más recursos y mayor expresividad.

Otro aspecto de la guerra que conocía era la toma del control de los resortes internos del gobierno por el partido comunista, especialmente por los comisarios enviados por la Unión Soviética, en la segunda mitad de la guerra. Mi opinión es que Negrín asumió esto como un mal necesario para contar con los recursos soviéticos y la estructura que proporcionaba a las fuerzas militares republicanas; se trataba de  aguantar a toda costa para llegar hasta la gran Guerra, inexorable, que iba a involucrar a todas las potencias europeas. Una apuesta que no tuvo éxito, como sabemos. El caso es que, con esa toma de control, tanto Arturo como Ilsa caen en desgracia dentro del aparato del gobierno, y viven una serie de difíciles circunstancias que les hacen viajar a Valencia y a Alicante, primero, y exiliarse a Francia y a Inglaterra, después.

Hacía tiempo que tenía pendiente leer una historia personal sobre la Guerra Civil, y Arturo Barea me la ha brindado, junto con muchos precedentes históricos de este país en las décadas previas a través de su autobiografía. Su relato es transparente: las opiniones personales del autor son claras, y no busca convencer ideológicamente al lector. Por todo ello: gracias, don Arturo. Y pensar ya en la siguiente obra sobre nuestra Guerra: puede que Max Aub sea el siguiente elegido.


sábado, 18 de junio de 2022

Las sombras de la mente, de Roger Penrose

A veces hay que saber dejar un libro. Aunque te esté gustando, aunque sepas que te puede ofrecer algo más de lo que has obtenido hasta ahora, aunque muchas cosas buenas estén por llegar... pero, sencillamente, hay un punto en el que no tiene sentido continuar.

Y esto es lo que me ha pasado con esta abrumadora, intelectualmente masiva, inabarcable obra. Roger Penrose es un físico, matemático y filósofo inglés de prestigio mundial. Por sí mismo ha hecho avanzar campos como el álgebra, la física teórica y la astronomía. El trabajo y los resultados de Stephen Hawking descansan en los progresos de Penrose en estos campos, por ejemplo.

La propuesta de Penrose acerca de una comprensión científica de la consciencia descansa en dos hechos iniciales:

  • El teorema de Gödel, lato sensu, afirma que ninguna teoría matemática formal es a la vez consistente y completa. Es decir, si los axiomas de dicha teoría no se contradicen entre sí, entonces existen enunciados que no se pueden probar ni refutar a partir de ellos. Esto tiene relación con la computabilidad de muchos problemas matemáticos, esto es, sobre la capacidad de una máquina para poder resolverlos. Sin embargo, a pesar de que sabemos que nuestro pensamiento matemático va más allá de un sistema consistente y completo, y de lo que puede ser computable, seguimos pensando el mundo que nos rodea justo con esos límites: todas nuestras teorías físicas que explican nuestro mundo son computables, y descansan sobre los sistemas matemáticos que sabemos lógicamente "incompletos", por decirlo informalmente.
  • Toda explicación sobre el funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestros sistemas nerviosos se basa en la física clásica, a pesar de que ya sabemos que necesitamos ir más allá para poder explicar nuestro mundo, tal y como nos cuenta la física cuántica. A pesar de ello, si nos limitamos a la mecánica clásica, nuestros intentos para hacer sistemas realmente inteligentes sólo podrán ir en la dirección de masificar los recursos empleados, utilizando millones de unidades en redes neuronales artificiales; y aun así, nada nos indica que, de esta manera, podríamos alcanzar algo parecido a una conciencia artificial.
Penrose es un científico total, y como tal, no se conforma con partir de estas premisas en su ensayo: dedica varios capítulos, densos y concienzudos, a plantear sus alternativas y explorar sus consecuencias. Por ejemplo, se recorren con profusión las relaciones entre computabilidad y el teorema de Gödel, y se habla de muchos experimentos y efectos cuánticos, algunos teóricos y otros comprobables empíricamente.

Si estas dos son las premisas de partida, ¿cómo llegamos a una explicación de la conciencia? Por ir directamente a la conclusión: hay unas estructuras en las células, los microtúbulos, de los que sólo conocemos con profundidad su función como unidades básicas del citoesqueleto, el armazón de las células. Sin embargo, tienen muchas otras funciones, como el transporte de elementos de la célula, y su participación en la mitosis y meiosis.


Pero, además, al parecer tienen una función específica en las neuronas, más allá de la estructural. Por ejemplo, se sospecha que el motivo de que haya tanta sustancias, químicamente muy diferentes, que sean capaces de afectar a la consciencia (pensemos en los anestésicos) viene provocado por su impacto en el citoesqueleto de las neuronas. Pero donde Penrose da el auténtico salto es cuando propone que la participación de tal citoesqueleto en las sinapsis entre neuronas a un nivel cuántico es la que, biológicamente, genera la "consciencia". Reconoce con humildad que tal afirmación supone la existencia de un salto radical a lo largo de la evolución de las especies, pero encuentra, en su criterio, más argumentos a favor que en contra de tal afirmación.

Y hasta aquí puedo afirmar. He disfrutado enormemente de la lectura de algunos capítulos sobre computabilidad, que refrescaron lo que estudié en la universidad, y también de otros capítulos sobre física cuántica, que me mostraron hasta qué punto supone un modo de pensar distinto sobre nuestra realidad. Pero también ha habido capítulos enteros que no me he sentido preparado para procesar, por conocimiento o por falta de tiempo.


Por eso dejo este libro, sin haberlo leído completamente, pero con una gran satisfacción. He aprendido muchas cosas nuevas, ha ampliado mi modo de ver el mundo, y me ha dado nuevas vías para seguir creciendo. Chapeau, doctor Penrose!

viernes, 27 de mayo de 2022

Trilogía Fundación de Isaac Asimov

Tras mi primera lectura de "Dune", de Frank Herbert, tenía claro que cualquier buena obra de ciencia-ficción, debería ser, ante todo, una obra de política-ficción. Con imaginación, empleando componentes sacados de la ciencia más futurista, planteando mundos posibles... pero siempre, con política. Y la Fundación de Asimov me ha reafirmado en este pensamiento.

No quiero destripar el argumento. Puedo decir que he disfrutado de su lectura, deseando volver al libro en cualquier momento disponible. Literariamente es un libro ligero que no explorar terrenos complejos lingüísticamente, ni profundiza en sus personajes. Curiosamente, me ha recordado mucho a los libros de historia de Asimov, especialmente "El imperio romano" y "La república romana", pues es fácil detectar el paralelismo entre el Imperio en la obra y la Roma histórica.

La edición que he leído aúna los tres libros de la Fundación en un solo tomo, bastante conveniente, y añade varias ilustraciones de calidad que tampoco aportan demasiado a la lectura.

Una pregunta que me queda es la siguiente: en 1951, cuando Asimov escribió Fundación, y describió una disciplina científica denominada "psicohistoria", ¿sabía del desarrollo de la Sociología en aquellos años, y del comienzo del uso de la Teoría de Juegos en la estrategia geopolítica? Probablemente sí, sabiendo que era una persona de una cultura enorme. Es fácil notar, por otro lado, cómo la psicohistoria es una especie de termodinámica de las poblaciones, en la que el comportamiento de los grupos humanos se analiza de manera conjunta, no individual, mediante procesos estocásticos... casi como si fueran gases.

Para acabar, he de decir que ningún libro de Asimov me ha decepcionado; al contrario, siempre salgo de sus lecturas satisfecho intelectualmente. Curiosamente, he leído más libros de historia de Asimov que de ciencia-ficción, pero ahora puedo decir que disfruté con Yo, Robot y la Fundación.

viernes, 15 de abril de 2022

El cerebro infantil y adolescente, de Rafa Guerrero

A partir de mis lecturas sobre genética e inteligencia artificial fui adquiriendo curiosidad sobre el cerebro y los últimos avances en neurología. Además, como padre de una niña de diez años, para mí era especialmente interesante conocer los puntos de contacto entre el desarrollo neurológico del cerebro y la educación. Así que, buscando, buscando, encontré varios libros en español que abordaban el tema de manera bastante directa. Y así fue como llegué a El cerebro infantil y adolescente.


He de conceder a Guerrero que ha logrado una obra muy accesible, que introduce de manera amable a un tema en el que, fácilmente, se podría en el academicismo. El libro está escrito para que su lectura sea fácil incluso en esos días en los que, agotado por los quehaceres diarios, parece que sólo puedes cenar y mirar una serie no brainer en la televisión. Por otro lado, una vez finalizada su lectura, te quedas con la sensación de que el enfoque se queda a un nivel superficial, esperando un poco más de desafío intelectual en su lectura.

Enumero aquí algunas de las ideas y hechos que me han parecido más relevantes:

  • El modelo de los cuatros cerebros (rojo, verde, azul y amarillo) me parece fácil de comprender y, sobre todo, de mantener en la cabeza y emplearlo en cualquier aspecto de nuestra vida.
  • La cronología en el desarrollo del cerebro nos ayuda a entender qué sucede en la mente de nuestros niños y adolescentes y, también, de nosotros como adultos. Me pareció curioso cómo el cerebro no está completamente desarrollado hasta los veinticinco años.
  • El rol de las hormonas en cualquier aspecto del crecimiento y comportamiento humanos. Creo que seguiré explorando esta línea de conocimiento, aunque me está costando separar el grano, buenos libros divulgativos, de la paja, libros fáciles de consumir a la venta en los kioskos de los aeropuertos. Seguiré buscando.
  • Los distintos tipos de memoria: ser conscientes de ellos nos permite separar diferentes procesos y comportamientos.
  • Y, finalmente, algo que sospechaba, pero que no había visto expresado de manera tan directa: cómo la educación infantil impacta directamente en el desarrollo neurológico del cerebro, a un nivel físico. Un niño que no crece en un ambiente de cariño, dedicado a su formación y crecimiento, no desarrolla su corteza prefrontal, el "cerebro amarillo", adecuadamente, haciendo que su "cerebro rojo", el dedicado a la supervivencia, tome el control.
Tras esta lectura, mi siguiente paso en ciencia se dirime entre tres posibilidades: genética, cerebro u hormonas. Veremos por qué me decanto.

viernes, 7 de enero de 2022

First on the rope, de Roger Frison-Roche

He vuelto a la literatura de montaña, animado por las opiniones positivas sobre este libro y las ganas, o necesidad, de leer una obra en inglés. First on the rope o, en español, El primero de la cuerda, es uno de los grandes clásicos de este género, a la altura de las crónicas de Rebuffat, Bonatti o Cassin.

Como breve sinopsis, Frison-Roche narra las vicisitudes del último miembro masculino de la familia Servettaz, Pierre, cuyo destino parece orientado a abandonar el tradicional oficio de guía de montaña del clan para dedicarse al menos excitante rol de gerente de hotel. Un fatal accidente de su padre, y otro sufrido por él mismo en la partida de rescate, abren un futuro incierto a una vocación total por la montaña contra la que todos los elementos parecen ponerse en contra.

No destriparé más de la historia. He de decir que la narración es brillante cuando se trata de los pasajes de alpinismo más emocionantes, llevándote a devorar una página tras otra; especialmente para aquellos practicantes de esta disciplina que puedan reconocer materiales, situaciones y  dificultades. Uno puede sentir en sí mismo ese disparo de adrenalina que estalla en el cerebro y encoje el estómago en cada paso en falso o presa que cede, y esa elipsis en la consciencia, los sentidos superados y la alerta máxima que te sobrecogen en una caída. Frison-Roche sabe de lo que habla, y sabe contarlo bien. Me gustaría conocer la opinión de otro lector que no tenga experiencia en escalada para saber si el autor es capaz de transmitir las mismas vibraciones: sería la prueba de que el libro está realmente bien escrito. 

En general no tuve problema con la lectura en inglés en los pasajes dedicados a la montaña, ya sea respecto al medio o a las técnicas y materiales de escalada. Fue más difícil en los capítulos dedicados a la vida en Chamonix o a las tradiciones ganaderas del valle, a las que el libro presta también atención para lograr una pintura completa de la vida de los guías del valle.

Para orientarme sobre recorridos, paisajes, escenarios, tiré del recurso que tenía más a mano, la guía de escalada de Chamonix de la editorial Rockfax. Esta guía es alabada y denostada por igual en los círculos montañeros: alabada por la producción cuidada, las buenas fotografías y la amplitud de contenido, y denostada por la falta de precisión en la descripción de algunas rutas. Honestamente, equilibrar ambas cosas es muy difícil y, personalmente, la guía me parece perfecta para conocer las posibilidades de toda la zona y decidir planes y logística. Una vez decididas las rutas, probablemente sea mejor investigar en guías más detalladas y en recursos en internet.


¿Lograré algún día escalar en estas montañas, que definieron el terreno de juego mitológico y emocional de este deporte? Parece difícil: complicado encajar planes, casi imposible encontrar a un compañero de cordada que esté en el mismo nivel y con las mismas inquietudes, ni más, ni menos. Espero lograrlo antes de que mis capacidades vayan mermando, algo que ya va proyectando su sombra en el presente en forma de lesiones que tardan en curarse y periodos de recuperación cada vez más largos. En fin, tengamos esperanza. De las tres veces que se sube una vía, al menos ya he hecho una en muchas de las de este libro: soñarlas.