sábado, 16 de diciembre de 2023

Extreme Economics, de Richard Davies

Seguimos en el camino de aprender más cosas sobre economía y, en ese camino, llegué a Extreme Economics, de Richard Davies, alabado por diversas personas que sigo sobre estos temas. La obra fue una sorpresa para mí: esperaba un recorrido más técnico, quizá más árido, sobre mercados extremos, donde los axiomas de la ciencia económica fueran puestos al límite; por ejemplo, un monopolio masivo, o lo contrario, una competencia perfecta entre millones de agentes.

Sin embargo, el libro es la crónica de nueve viajes que realizó Davies a nueve distintos países que son casos extremos de supervivencia, fracaso o posible futuro, no sólo en clave económica: el autor también nos cuenta cuáles fueron sus sensaciones personales en cada lugar, e incluye en el relato aspectos sociológicos, políticos e históricos para que nos hagamos una buena idea de cada caso. Éstos son los nueve lugares visitados por Davies:

  • Superviencia:
    • Aceh, ciudad de Indonesia arrasada por el maremoto de 2004.
    • Zaatari, campamento de refugiados sirios en Jordania, el mayor del mundo, con más de 200.000 personas.
    • Angola, el centro penitenciario del estado de Lousiana, albergando más de 5.000 presos, la mayor parte de los cuales nunca saldrán de allí en vida.
  • Fracaso:
    • Darien, el estrecho entre Panamá y Colombia por donde intentan pasar emigrantes de todo el mundo camino de Estados Unidos.
    • Kinshasha, capital de la República Democrática del Congo, la capital más pobre del mundo, de uno de los países más pobres del mundo.
    • Glasgow, ciudad escocesa, una vez centro mundial en la construcción de barcos, hoy deprimida, con altos índices de pobreza, drogadicción y delincuencia.
  • Futuro:
    • Akita, la ciudad más envejecida de Japón, con una edad media de 53 años, y una tercera parte de la población por encima de 65.
    • Tallin, la capital hipertecnológica de Estonia, donde todo es digital, y se abren brechas entre generaciones y etnias.
    • Santiago, capital de Chile, ejemplo extremo de una macroeconomía saneada que oculta graves problemas de desigualdad y mercados disfuncionales.
A nivel narrativo, el libro es una serie de reportajes largos y documentados sobre cada uno de estos casos, engarzados entre una introducción, unas conclusiones, y las profusas notas y referencias del autor. Su lectura es ágil, como si fuesen artículos de The Economist, publicación de la que es periodista Davies, aunque algunos casos se hacen largos y dan ganas de decir "point taken!" a la mitad del capítulo. Hay una página web, http://extremeeconomies.com, que muestra fotos y estadísticas de los nueve escenarios (aunque los gráficos no funcionaban en el momento de escribir esta entrada).

En resumen: Extreme Economies es un libro muy interesante, de fácil lectura, que mezcla bien la experiencia personal del autor con datos fundamentados, si te interesa la economía, la política global... y el futuro que nos espera.

sábado, 25 de noviembre de 2023

La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine

Tantas buenas recomendaciones, en redes sociales y en portales web, hacían inevitable que me hiciera con esta obra. La profundidad del tema que ataca daría para un artículo extenso, pero voy a dejar aquí sólo mis impresiones. Una vez finalizada esta pequeña obra de Ordine, he de decir que el hype no me parece justificado. El libro sobrevuela el concepto de utilidad, a veces hablando de utilidad económica, y otras de una cierta "utilidad intelectual", que no llega a concretar. La mayor parte de la obra es un recorrido por diversas fuentes, con cita extraídas de referencias clásicas de toda la historia del pensamiento, algunas traídas por los pelos. Si el objetivo era demostrar la erudición del autor, meta lograda. Pero creo que no llega a estar a la altura del desafío que propone: es un tiro marrado.

Personalmente, entiendo la utilidad como un concepto amplio: si compro un libro de poesía, para mí su lectura es "útil" porque sacia cierta hambre intelectual, ética o estética. ¿Habré perdido dinero en su compra, si su "uso" no genera a su vez más dinero? Si leer poesía me hace sentir mejor conmigo mismo, doy por seguro que estaré mejor con las personas que me rodean, e incluso podré afrontar de manera más sólida los desafíos diarios que sí involucran aspectos económicos, o sea, ganarme la vida (curiosa expresión castiza). ¿En realidad me hace sentir mejor un poema trágico, por ejemplo? Ése es otro precioso debate.

Respecto a la ciencia, está claro que la investigación fundamental no puede verse guiada por la obtención de un retorno económico, directo y a corto plazo. Pero la historia nos demuestra que, a largo plazo, los avances científicos básicos provocan saltos enormes en la humanidad, cambiando nuestras sociedades. Creo que todos podemos pensar en ejemplos como Galileo, Newton o Einstein, pero podríamos añadir a matemáticos como Gauss o Turing o, por qué no, filósofos desde Platón o Aristóteles a Nietzsche o Foucault. Estos saltos científicos o filosóficos nos abren nuevos modos de ver la realidad, permitiendo que otras personas, con un enfoque más práctico, "ingenieril", provoquen cambios en nuestras realidades materiales e intelectuales, orientados, esta vez ya sí, a la obtención de algún tipo de beneficio, económico, político o de otro tipo.

¿Cómo asignar entonces los recursos de una sociedad para permitir, primero, esa investigación básica, orientada por la curiosidad, y luego su aplicación técnica para que la propia sociedad se beneficie de sus resultados y siga en su progreso? Creo que aquí es donde está realmente el debate difícil, y la obra de Ordine, con toda su erudición clásica, parece evitarlo. Seguiremos buscando. 

domingo, 29 de octubre de 2023

The Status Game, de Will Storr

Este libro llevaba mucho tiempo en la lista de deseos. Había encontrado diversas referencias sobre él en otros autores relacionados con el comportamiento organizacional y el impacto de la tecnología en la sociedad. Storr, un exitoso escritor de obras divulgativas sobre temas científicos, logra un libro denso, profusamente documentado, pero que se puede tomar a píldoras, sobre nuestra lucha por el estatus y cómo ello nos define. Sus premisas podrían resumirse en:

  • Nuestra vida es juego; no podemos evitar jugar; el juego está en nosotros, nos define. Estas aseveraciones me recordaron al Homo ludens de Huizinga. Este juego es la lucha por el estatus dentro de los grupos humanos en los que estamos inmersos.
  • La base de ello es que cuanto mayor sea nuestro estatus relativo entre la gente que nos rodea, maximizaremos nuestro potencial para sobrevivir y reproducirnos... lo cual nos lleva a la teoría de la evolución por selección natural (véase Evolución para todos, y El gen egoísta).
  • Existe otro nivel en el juego: nuestros grupos compiten con otros grupos. Cuando nuestros grupos ganan, ganamos nosotros; y si pierden, perdemos con ellos. Nos convertimos en los juegos que jugamos.
  • Aún hay más: nuestro propio cerebro nos proporciona historias creadas a medida para explicarnos por qué unos están por encima de nosotros, y otros por debajo.

El resto del libro, hasta el último capítulo, son una sucesión de casos que demuestran que existen tres tipos de juegos de estatus en la especie humana: dominancia, virtud y éxito. Además, nuestro cerebro está perfectamente equipado para hacernos sentir mejores que los demás, determinar nuestro estatus relativo a través de símbolos y valores asociados, e incluso calcularlo a través de la voz y del lenguaje corporal de nuestros compañeros jugadores. Este mecanismo nunca se apaga, y funciona siempre en formato "concurso". Hay reglas basadas en nuestra herencia genética, y otras adquiridas durante la infancia desde la cultura en la que crecemos; no hay manera de escaparse, dejar de jugar.

El juego de estatus del dominio se basa en la coerción de otros jugadores mediante la fuerza o el miedo; el juego de estatus de la virtud se gana mediante la obediencia y cumplimiento de un conjunto de reglas establecido en el grupo de referencia; finalmente, en el juego de estatus del éxito se progresa mediante la obtención de logros asociados a una habilidad, talento o conocimiento específico. Obviamente, la realidad es más compleja, y los juegos que jugamos suelen tener componentes de estos  tres tipos de juegos.

A partir de esta tesis, el libro despliega toda una serie de casos reales, investigados con profundidad y apoyados con múltiples referencias científicas, que la demuestran. Storr hace un trabajo de orfebrería al lograr que las notas académicas no interrumpan el fluir de la lectura, y aporta decenas de apoyos documentales, listados con detalle al final de la obra. Cada capítulo es más sombrío que el anterior, dejando cada vez menos espacio para la posibilidad de un libre albedrío y una concepción del hombre que permitan escapar del juego de estatus. El penúltimo, que describe el régimen soviético del s.XX como el summum de todos los juegos de estatus alcanzado por la civilización humana, es especialmente claustrofóbico y desesperanzador.

El autor, una vez que nos ha dejado sin aire existencial para aspirar a una vida libre de los juegos de estatus, intenta dar un cierre positivo al libro con un último capítulo con una serie de consejos. ¿Podemos escapar del juego de estatus? No podemos. Entonces, si además existen toda una pluralidad de juegos posibles, ¿cómo podemos saber que estamos jugando los juegos de estatus correctos? Y, una vez que los estamos jugando, ¿cómo podemos obtener lo que queremos? Aquí Storr, como resultado de sus investigaciones, nos propone siete reglas. No voy a enumerar todas aquí, pero destacaré la primera, y la última:

  • "Practicar la amabilidad, la sinceridad y la competencia". Todos, instintivamente, nos hacemos dos preguntas al conocer a alguien nuevo: "¿Cuáles son sus intenciones?", y "¿Qué capacidad tiene para alcanzarlas?". Cuando somos amables, estamos diciendo que no vamos a jugar al dominio; cuando somos sinceros, expresamos que queremos jugar un juego justo; cuando somos competentes, dejamos claro que no sólo somos útiles para nosotros mismos, sino también para los demás. Pero,¡cuidado! históricamente, los líderes que han tenido éxito lo han logrado contando una historia que demostraba a sus compañeros de grupo que merecían más estatus que los demás.
  • "Nunca olvides que estás soñando". Saber que estamos jugando ya nos proporciona una sabiduría mayor que, sencillamente, ser parte del juego sin ser consciente de ello. Por ejemplo, alcanzada una edad, no tiene sentido jugar contra los jóvenes en juegos de juventud: lo que hay que hacer es, basándonos en nuestra experiencia, encontrar nuevos y mejores juegos. También debemos ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad, y lo fácil que es dejarse arrastrar por nuevos juegos, especialmente los establecidos por la élite de la sociedad a la que pertenecemos. Finalmente, los juegos de estatus son una gran trampa, y nadie es capaz de ganarlos de manera absoluta: es un mito. El sentido de la vida no es ganar, sino jugar.

Personalmente, el libro me resultó difícil de leer, por dos motivos: está escrito en un inglés rico y culto, alejado del habitual inglés limitado y pragmático de mi trabajo como consultor; y parece un empeño del autor demostrar que, no importa el juego de que se trate, siempre puede radicalizarse y acabar siendo destructivo para sus jugadores. Respecto al primer punto, poco podía hacer que no fuera seguir leyendo con un diccionario a mano; respecto al segundo, creo que al libro le faltarían algunos ejemplos en los que los juegos de estatus hayan tenido un resultado positivo para sus jugadores o la humanidad en general. Por ejemplo, la lucha por el prestigio que mueve a muchos científicos puede degenerar en prácticas poco éticas, pero empuja a la ciencia en perseguir objetivos cada vez más ambiciosos, ampliando nuestro conocimiento sobre el mundo.

sábado, 23 de septiembre de 2023

Aprendiendo de las crisis anteriores, de Pablo Gil

Otro de mis intereses es la economía, y una de las preguntas que suelo hacerme al respecto es si, como disciplina, se consigue aprender de situaciones negativas anteriores para evitarlas en el futuro. Esto es: si el sistema capitalista, el vigente en la mayor parte de las economías del mundo, podría ajustarse, mejorarse, para lograr que fuera antifrágil, en el sentido de Taleb. Sobre este tema, el propio Taleb ya ha dicho mucho, y muy crítico, sobre los bancos centrales, el sector financiero y la gestión de riesgos.

Sin entrar en un terreno tan profundo, este libro de Pablo Gil, reconocido inversor e influencer del mundo del trading en España, prometía explicar los orígenes de las crisis económicas de los últimos cuarenta años, apoyándose además en el análisis técnico de los mercados. Encontré la obra en la Biblioteca de Castilla y León de Valladolid, después de, probablemente, 28 años sin haberla visitado: para tomar prestado el libro tuvieron que volver a registrarme, ya que mi perfil había desaparecido.

Yendo al grano:

  • Creo que Gil hace un trabajo muy bueno en explicar el origen, trascurso y ¿desaparición? de esas crisis económicas para un lector de nivel medio: supongo que a un lego en el mundo de la economía se le puede hacer duro, y a un experto se le puede quedar corto. Obviamente, ni unos ni otros son objetivos de la publicación, así que creo que el nivel es acertado.
  • Los incisos contando su experiencia personal en cada episodio de crisis, que podrían haber caído en la autocomplacencia o en la trivialidad, en realidad resultan interesantes, y permiten echar un vistazo a las cocinas donde se pergeña todo este tinglado. Llego a pensar que el libro podría ser mucho más entretenido si se hubiera escrito al revés: desde una perspectiva vivencial de cada caso, personal, con pequeños bloques que explicaran las situaciones con un contexto económico mayor.
  • Sin embargo, la explicación previa sobre análisis técnico se queda en un terreno medio que no llega a satisfacer al lector curioso con este tema, y puede disuadir al meramente curioso.
  • En este punto, he de reconocer que mi prejuicio sobre el análisis técnico de inversiones se ha confirmado con la obra de Gil: intentar predecir el futuro de una operación a través de búsqueda de patrones en las gráficas de cotizaciones e índices me parece que roza la alquimia y, a lo sumo, produce explicaciones útiles a posteriori:
    • El problema de la escala; o, como ya explicó Mandelbrot, la naturaleza fractal del mercado financiero. Esto hace imposible la toma de decisiones mediante la búsqueda de patrones "geométricos". Si uno encuentra un patrón "hombro-cabeza-hombro" a escala semanal, ¿realmente significa algo relevante, si el patrón se esfuma subiendo a escala mensual o diaria?
    • La falta de un enfoque científico del análisis técnico o, al menos, aquí lo he echado de menos. Hemos de utilizar hipótesis falsables, y confrontarlas con la realidad, ya que no podemos ejecutar experimentos controlados. ¿Todos los patrones "hombro-cabeza-hombro" realmente son prólogos de una caída? ¿Cómo podríamos demostrarlo? Y su ausencia, ¿nos debe quitar la preocupación de la cabeza?
Finalmente he decidido comprar el libro, aunque sea en formato Kindle, para tener una referencia explicativa de las crisis financieras de las últimas décadas. En este sentido, creo que Pablo Gil hace un buen trabajo, y he quedado satisfecho con su lectura.

domingo, 27 de agosto de 2023

España Invertebrada, de José Ortega y Gasset


Qué decepción. Leí este ensayo de Ortega y Gasset hace ya muchos años, siendo más joven, buscando claves que me ayudaran a entender el puzle que era entonces, y es ahora, España. Algunas de mis referencias culturales hacían alusión a España Invertebrada como un intento lúcido de explicarnos, con claves que todavía se mantenían vigentes ochenta, noventa años más tarde. El poso que quedó en mí de aquella primera lectura fue positivo, aunque con la sensación de que la explicación era incompleta.

Pero tras esta segunda lectura, con la madurez ganada en mi recorrido intelectual, sólo me queda un sentimiento de decepción. Algunos motivos:

  • Respecto a la invertebración, Ortega hace una serie de juicios sobre la integración de los diversos reinos que compusieron "las Españas", llegando a los movimientos separatistas de vascos y catalanes. Sin duda, Castilla arracimó al resto de territorios y sensibilidades nacionales cuando el viento venía de popa: Castilla, con la conquista de Granada, las victorias sobre Francia en Italia, y el descubrimiento de América, era un reino con un impulso y recursos a los que los demás sólo podían, ¿o querían? sumarse. Los Reyes Católicos fueron un punto de inflexión. Pero de ahí a que, cuando el viento cambió a la contra, afirmar como hace Ortega que "Castilla ha hecho España, y Castilla la ha deshecho", me parece un salto con tirabuzón poco argumentado en la obra, y cae en el ventajismo de apalear al cadáver que ya no puede hacer nada para evitarlo. ¿Qué fuerza desintegradora puede tener Castilla, la que, según Machado, estaba "envuelta en sus andrajos"? ¿El desastre del 98 tuvo un único culpable político? Una vez unificada la soberanía (si se puede expresar así) con los Austrias, que no el gobierno, que era polisinodial, Castilla soportó durante siglos, prácticamente en solitario, el andamiaje del imperio, con presiones fiscales siempre crecientes, con aportaciones de recursos constantes: tanto las levas periódicas que barrían con la juventud del pueblo castellano, como la dedicación de sus nobles a las ambiciones de sus reyes. Mientras tanto, su economía destrozada por el expolio americano, las deudas con los prestamistas extranjeros, y las medidas macroeconómicas erróneas (devaluaciones, defaults) iban secando Castilla año a año. Cuando la estrella de nuestro hegemon decayó, como decaen todos finalmente, los compañeros interesados de viaje, que poco ayudaron en su devenir, decidieron que quería caminar por su lado. Nada que criticar al respecto; pero me parece cobarde echar la culpa a Castilla de esas fuerzas centrífugas.
  • En realidad, sobre la invertebración de España trata la primera mitad del ensayo; la segunda mitad, Ortega y Gasset vuelve a su tema preferido, "las masas", achacándoles los principales males políticos no sólo de España, sino de todo Occidente. Ya leí opiniones parecidas en Campoamor. Pareciera que Ortega dijera, "yo soy élite, y me debéis hacer caso, que vosotros no podéis saber qué es lo mejor para todos". En el extremo, dentro de una democracia, llegaríamos al famoso "es que votáis mal", achacado a Vargas Llosa, pero blandido, con diversos matices, por cualquier partido político cuando los resultados no le acompañan. Es como si la historia de España fuera un movimiento de péndulo entre el "qué buen vasallo sería si tuviera buen señor" del Cid, y una especie de "qué buenos señores tendríamos si tuviéramos mejores vasallos", de Ortega y seguidores. Y, mientras tanto, la historia es lo que pasa mientras cruzamos espadas dialécticas inanes entre el hoi oligoi y el hoi polloi.
  • Ortega busca en la historia de España las raíces de nuestros males, más allá de la invertebración, y aquí hace una serie de juicios que basa en su propio criterio, sin aportar argumentos históricos de apoyo. Llega a la Edad Media y al debate sobre la existencia de auténtico feudalismo en España o no. Debo reconocer que achacar la raíz de nuestro problemas a que, en el sorteo del hundimiento del imperio romano, nos tocaran "los godos malos", me pareció traído por los pelos. 
  • Es gracioso cómo, en las últimas páginas del ensayo, y como de refilón, Ortega incluya un aspecto importante de la sociedad española que, dado el poco espacio que le dedica, le debió parecer secundario: el desprecio por la cultura y la ciencia de las clase alta y media-alta (burguesa) de España, tanto en Castilla como en el resto de regiones. Esto lo he podido experimentar en primera persona: se desprecia el conocimiento, en general, como señal de baja estofa, como su fuera una dedicación menor, no merecedora de atención y cuidado como sí lo merecen el dinero o la clase (nobleza). Quizá esto fue menos acusado en profesiones como la abogacía o la medicina pero, en el fondo, se mide el valor de sus profesionales por su posición económica o por sus relaciones sociales. En el extremo, llegamos al desprecio tradicional por la ciencia, cristalizado por el "que investiguen ellos", de Unamuno.
En realidad, aunque indignado, y a la contra, el ensayo me ha hecho reflexionar, he debido juzgar qué afirmaciones de Ortega en esta obra me parecían acertadas, arbitrarias o erróneas, y me ha hecho buscar otras referencias para asentar mi propio criterio o aceptar el del filósofo. En este sentido, "España Invertebrada", uno de los pocos libros que he leído más de una vez, ha sido una buena lectura para mí. Otra cosa es el sabor de boca que me ha dejado.

martes, 15 de agosto de 2023

El reino del lenguaje, de Tom Wolfe

Mi admiración como intelectual sin pelos en la lengua de Noam Chomsky, y algunas cuantas reseñas favorables, me hicieron llegar a esta obra de Wolfe, la última antes de su muerte, si estoy bien informado. Wolfe, como buen periodista que huele una buena historia, aprovecha la controversia actual entre académicos sobre el origen del lenguaje para hacernos una crónica ágil, aunque llena de detalles, de las primeras dificultades de la teoría de la evolución, y del actual conflicto entre lingüísticas acerca del origen del lenguaje en la especia humana.

En la primera parte, Wolfe nos desmitifica a Darwin, haciendo justicia sobre la aportación de Alfred Russel Wallace a la teoría de la evolución de las especies por selección natural. Describe todas las dificultades de la teoría, sus defensores y detractores, a lo largo de la Inglaterra del s. XIX. La crónica finaliza cuando todos los involucrados, a favor y en contra, tienen que reconocer que no pueden dar una explicación al nacimiento del lenguaje en la especia humana, o encuentran algunas muy poco plausibles.

En la segunda parte, Wolfe analiza la revolución que supuso la aparición de Noam Chomsky en la lingüística, dotándola de un enfoque matemático, y defendiendo la aparición innata del lenguaje en todos nosotros, común a todas las personas, no importa qué lenguas hablen. El auto se ensaña especialmente en el rol de intelectual que Chomsky asumió a partir de la Guerra de Vietnam, y cómo eso le dotó de un segundo halo de autoridad que admitía poca diferencia de opinión. Y, este escenario de dominio absoluto de Chomsky, llega Daniel Everett, lingüista casi por casualidad, que estudió durante más de veinte años a la tribu pirahã en lo más recóndito de la selva amazónica de Brasil, que tira por tierra todos los postulados de Chomsky sobre el innatismo del lenguaje y la existencia de un mecanismo común a toda la raza humana, la recursividad, que nos una estructura común a todas las lenguas. La lengua de los pirahã no tiene ni pasado ni futuro, ni palabras para designar a los colores, ni oraciones subordinadas; como sociedad, carecen de jerarquía y estructura social, apenas hacen herramientas, y llevan a cabo una crianza de sus niños bastante "despreocupada". La base fundamental de los planteamientos del tótem Chomsky saltando por los aires. Y desde Everett, la lingüística ha dejado de ser una disciplina científica tranquila, de despacho, para tener que salir ahí afuera a investigar y estar dispuesto a cruzar espadas con otros compañeros de profesión.

Y, a todo esto ¿qué opina Wolfe? Pues tampoco queda muy claro. Parece resolver la disputa empleando el concepto de mnemotecnia, tan viejo como los primeros filósofos griegos clásicos, pero, en los párrafos finales, descarta que algo tan especial como el lenguaje puede haberse desarrollado por "mera" evolución de la especie.

Lo cierto es que, con una prosa ágil, tocando con solidez desde los palos más académicos hasta las expresiones más coloquiales, Wolfe nos lleva casi flotando por dos controversias científicas que, sin su talento, habrían sido mucho más áridas, y menos interesantes. Pero, al acabar el libro, uno se queda con la sensación de haber leído un buen artículo periodístico, de calidad, típico de las revistas top-notch, pero un poco más largo: una larga y dulce golosina que, al final, tampoco deja un sabor que vayamos a recordar en el futuro. Supongo que es uno de los efectos del "nuevo periodismo", de esa mezcla entre literatura y periodismo que Wolfe, entre otros, trabajó con gran éxito durante la segunda mitad del siglo XX.

jueves, 3 de agosto de 2023

En la mitad de la vida, de Kieran Setiya

Qué delicia de libro. Cercano y breve (cada vez lo valoro más), pero profundo, reflexivo. Un decente libro de filosofía para el público general, sobre un tema delicado: no cae ni en las trivialidades de los libros de autoayuda, ni en las profundidades intelectuales de una obra académica, ni tampoco es material de psicología. Bueno, no es nada de esto, pero es un poco de todo ello. Setiya nos comparte su camino personal en buscar respuestas a las preguntas que nos surgen cuando parece que se nos cierran los caminos y sólo queda recorrer hasta el final en el que tenemos delante. Como buen académico, inicialmente barre los pasos previos de psicólogos y sociólogos sobre el fenómeno, controvertido, de la "crisis de la mediana edad": no falta gente que opina que es un problema de un sector de la población muy concreto, el hombre blanco de mediana edad y clase media.

Pero creo que todos, hombre y mujeres, una raza u otra, si no estamos acuciados por necesidades básicas de supervivencia, compartimos las mismas preguntas en diferentes momentos de nuestra vida: ¿qué habría pasado si hubiéramos tomado otros caminos? ¿cómo superar las malas decisiones que hemos tomado? ¿cómo afrontamos lo que nos queda, ya esté lleno de incertidumbre o de aburrida seguridad, teniendo mucha menos inocencia y energía? ¿qué podemos hacer ante un final que ya no parece tan lejano?

No voy a hacer aquí un resumen exhaustivo, porque me guardo la relectura de esta obra para cuando me asalten de nuevo estas cuestiones. Por dar algunos apuntes, Setiya destaca la necesidad de realizar actividades que tengan valor por sí mismas, y que no sean obligaciones y responsabilidades; también, nos invita a orientar nuestras acciones disfrutando de su propio devenir, viviendo en el proceso, sin focalizarnos en objetivos cuyo sucesivo cumplimiento sólo consigue dejarnos un vacío existencial.

Dos cosas me gustaría destacar. La primera, Satiya aporta referencias filosóficas de peso, desde el estoico Epicuro al desengañado y lúcido Schopenhauer, u otras con menos enjundia, como el famoso Eckhar Tolle, pero no deja que le arrastren, dejando claro que no está de acuerdo con algunas de sus afirmaciones, y mostrando que hay otros caminos posibles.

La segunda, creo que el libro toca puntos claves de la crisis de la media edad, pero hay otros que no revisa que pueden ser más complicados de tratar con este planteamiento, como la sexualidad, la enfermedad, o cómo los que te rodean tienen, o quieren, acompañarte en esta fase de la vida. Probablemente, tratar todos estos temas de manera integral requeriría un libro de psicología más académico, exhaustivo en temas y más profundo en estudios y referencias. 

En la mitad de la vida pasa a la estantería, con la seguridad de que, en el algún momento del futuro, volveré a él para reflexionar de nuevo.

lunes, 17 de julio de 2023

La revolución española vista por una republicana, de Clara Campoamor

Clara Campoamor era, como persona relevante de la Segunda República, ya conocida de lecturas previas. Su defensa del voto femenino me parece uno de los episodios más relevantes de aquel periodo a nivel político. A nivel personal, fue la demostración de la capacidad intelectual y el tesón de una mujer que no lo tuvo nada fácil, como ninguna, en un terreno de juego difícil: pocos amigos políticos tuvo Campoamor para apoyar sus propuestas, y menos la del voto de la mujer

Como breve presentación de la persona, debemos decir que Clara Campoamor fue política liberal, militante de diversos partidos republicanos, famosa por ser la primera mujer de la historia que tomó la palabra en el Congreso de los Diputados en España y su defensa del voto femenino en las deliberaciones de septiembre de 1931. A pesar de la oposición de muchos de sus aliados políticos, incluida la diputada Victoria Kent, el 1 de octubre de 1931, con 161 votos contra 121 (pero sin los votos de 188 diputados), se acepta el derecho al voto de la mujer. También apoyó la ley de divorcio.


En este libro, la política desgrana los errores de la República que llevaron a la Guerra Civil, y las dificultades y atrocidades que se cometieron por el bando del gobierno en Madrid. Ambas cosas son narradas desde el punto de vista de la escritora, algo que no se oculta en ningún momento: es la crónica personal de la diputada Campoamor de los hechos políticos y sociales que llevaron a la guerra, y su experiencia vital una vez se produjo el levantamiento y la capital fue tomada por las fuerzas de los partidos de izquierda.

En este sentido, se puede decir que la obra tiene todo lo bueno y todo lo malo de una perspectiva personal de unos acontecimientos históricos: inmediatez y profundidad, de primera mano, sobre detalles, fechas, personas, lugares... pero también una visión forzosamente parcial y condicionada. Campoamor no pudo presenciar, por ejemplo, las atrocidades del lado nacional, que estoy seguro también la hubieran horrorizado. Además, el planteamiento es controvertido, ya que Campoamor habla de "revolución" por parte de los partidos socialista, comunista y anarquista, no de levantamiento, golpe de estado o asonada militar por parte del bando nacional.

Enumeraré algunos puntos que me parecieron destacables, partiendo de mi bagaje sobre la Segunda República y la Guerra Civil:

  • Campoamor achaca muchos de los errores de los gobiernos de izquierda de la república a maquinaciones y ambiciones de Indalecio Prieto, una figura que, hasta el momento, me parecía de socialismo moderado, balanceando las posturas más radicales de Largo Caballero. Me lo apunto como figura sobre la que investigar más.
  • Un problema estructural, más bien existencial, de la izquierda y del republicanismo en la España de aquel tiempo y, quizá, en el presente, hoy en 2023, es la división en su posición política. El Frente Popular supuso la unión de frentes ideológicos muy distintos, a los que denominar en conjunto "izquierda" es un error de brocha gorda. Estaba claro que, una vez en el poder, cada cual iba a ir por su lado, torpedeando cualquier atisbo de cohesión política y progreso del estado.
  • Campoamor echa la culpa a los propios gobiernos de izquierda y republicanos de la desafección de ejército y, por tanto, de su levantamiento. Para ello defiende que muchos de sus cuadros superiores eran masones, y que había casos de explícito republicanismo entre ellos, como es el caso de Queipo de Llano. Tras mis lecturas de diversas fuentes, creo que no se puede echar "la culpa" del levantamiento, de manera tan directa, al Frente Popular. El levantamiento fue una cristalización de una serie de inquietudes y descontentos, no solamente políticos, que pudo llevarse a cabo porque un grupo concreto de altos mandos militares sintieron que tenían el poder para hacerlo... y a ello les apoyaron otros grupos sociales que querían mantener sus privilegios, como los monárquicos, los terratenientes, o la propia Iglesia (y aquí soy yo el que está simplificando demasiado, lo reconozco).

La edición en sí misma incluye además una biografía de Campoamor al comienzo, y algunos añadidos finales como aspectos de su vida personal, algunos extractos periodísticos, referencias biográficas de algunas personalidades relevantes a las que alude la autora y un listado de fuentes y notas.

Para finalizar, debo reconocer que esta obra, escrita desde el testimonio directo y la pasión política, me ha abierto perspectivas nuevas sobre este periodo de la historia de España, y me ha hecho reflexionar sobre el rol de mujeres destacadas en la Guerra Civil, algo en lo que seguiré indagando en posteriores lecturas.


viernes, 2 de junio de 2023

Madrid, de Andrés Trapiello

Por fin pude hincarle el diente a esta obra, que llevaba en la lista de deseos desde hace mucho tiempo. Trapiello, escritor, opinador, polemista a su modo, hace su homenaje al sitio que siente su casa, con un pedazo libro de más de quinientas páginas, en edición cuidadísima: tapa dura, buen papel, elegante tipografía, fotografías engarzadas en los textos... 

En la primera parte, siguiendo las primeras experiencias vitales del autor en Madrid, se van contando cosas de la villa de esos tiempos, años 70 y 80 del siglo pasado, entremezcladas de datos históricos y curiosidades (o al revés). La segunda parte,  "Retales madrileños", está compuesta por una serie de temas transversales, como "Madrid y la literatura", o "Madrid y la chulería", añadiendo más detalles a los asuntos tratados en la primera. Hay, además, un glosario de términos madriñelísticos, un listado de personas y lugares, y un personal epílogo.

A mi entender, en la primera parte tienen más interés los episodios vitales del propio Trapiello, que busca contarnos cómo era Madrid en aquellos tiempos en primera persona, con la viveza y autenticidad de alguien que sí estuvo allí. La segunda se vuelve un poco repetitiva, porque muchos datos ya se dieron en la primera. Aunque se agradece el ejercicio de maquetación para integrar textos y fotografías, hubiera sido ya un libro de bandera con más fotos, aunque quizá sería entonces otro concepto, "à la table-book".

Obviamente, no es una guía para conocer Madrid para un turista: quizá, tampoco, para un madrileño que quiera acercarse histórica o enciclopédicamente a la villa. Creo que Trapiello ha logrado un libro más interesante integrando su propia vivencia, llena de reconocido amor por la ciudad, con un aporte masivo de datos obtenidos por un esforzado trasiego de referencias, aderezado todo ello por sus opiniones personales nada disimuladas.

Podrá uno estar de acuerdo o en desacuerdo con Trapiello en muchas de sus afirmaciones, pero la obra es mucho más cercana así: como si fuera una charleta larga de un amigo friki de Madrid, delante de unas cervezas en la terraza de la Cervecería Santa Bárbara. Algunas afirmaciones rezuman amor por la villa; otras, la caracterizan por cosas menos positivas, no todo es de color pastel. Me quedo con una sentencia que me encantó: "en Madrid, al que viene de fuera, se le llama madrileño". Creo que ése es el mayor valor que tiene esta ciudad: al abrirse a cualquiera que venga a ganarse la vida en ella, es una ciudad radicalmente "humanista", como el Galdós del que tanto se habla en esta obra. "Pueblo nací y pueblo soy", como decía Fortunata. 

sábado, 29 de abril de 2023

Life ascending, de Nick Lane

Seguimos con nuestra línea personal de indagación sobre evolución y genética. A medida que iba leyendo sobre estos temas, se hacía evidente que, en el proceso de evolución, debía haber momentos únicos en los que se producía un cambio radical en los mecanismos de la vida. Por ejemplo: la constitución de las primeras moléculas basadas en el carbono; o, por poner otro caso, la primera vez que una molécula se reprodujo a sí misma. Pensando un poco, se nos ocurren momentos así sin mucho esfuerzo. Y como momentos únicos, saltos cuánticos, no obedecen a un proceso gradual de adaptación.

Así que me puse a buscar nuevas lecturas que trataran estos momentos únicos: no podía ser el primero al que se le ocurriera, obviamente. Encontré varias obras que han pasado a la lista de pendientes, y me animé con ésta, Life Ascending, que prometía explicar los diez principales saltos, "invenciones", dice el subtítulo, de la evolución de la vida. Los voy a enumerar aquí como modo de recordar su lectura:

  • Claramente, el nacimiento de la vida en sí mismo. Es curioso como todo el mundo recuerda el experimento de Miller y Urey, cuando hace tiempo que ha sido descartado en favor de otras teorías con mayor fundamento.
  • La molécula que es la base de todo, el ADN: el áxido desoxirribonucleico.
  • La fotosíntesis: toda nuestra energía no es más que un rayo de luz de sol capturado en forma de comida.
  • La célula como sistema: el milagro de que miles de moléculas con distintas funciones, e incluso bacterias, se coordinen en un complejo único.
  • El sexo: un sistema extraño, complicado, y gran consumidor de energía, para aleatorizar la herencia genética, ¿o para algo más? 
  • El movimiento: me quedé con la idea de que el aparato muscular es, en realidad, una parte del sistema nervioso. En el fondo, el sistema nervioso nació para poder movernos.
  • La vista: un sentido muy poco común en los reinos de la vida (la inmensa mayoría de los organismos son "ciegos"), pero que supone mucha diferencia sobre cómo viven los animales.
  • La sangre caliente: nunca hubiera puesto este punto en la lista, pero tiene unas consecuencias brutales, y nada sencillas de explicar.
  • La conciencia: ojo, tema espinoso que sigue muy abierto, y en el que Lane se moja con sus propias reflexiones.
  • La muerte: ¿por qué morimos... después de todo lo que ha sido necesario para que lleguemos a la vida? Aquí Lane también revisa las últimas teorías, y se anima a dar su propia opinión: que podremos ampliar nuestra vida "sana", no necesariamente nuestra longevidad.

En resumen, es el libro perfecto para lo que estaba buscando... no tiene todos los "momentos" que intuía, pero incluye otros en los que no había caído, y que eran tanto o más importantes. Eso sí: no me parece un libro para un lector común: más bien parece una obra divulgativa para científicos o ingenieros que no están involucrados en biología. Algo de química de mis tiempos de instituto he tenido que repasar, como las reacciones de oxidación-reducción. Y todo esto, en un inglés refinado, con vocabulario preciso pero de uso poco común, y muchos términos científicos. En todo caso, un libro al que sé que volveré como referencia, y buscaré otros de Nick Lane.

viernes, 7 de abril de 2023

Libros para un paréntesis

Cómo empezar esta entrada en el blog. Desde la última reseña, han pasado ocho meses que han estado llenos de dolor, incertidumbre, dependencia... y esperanza, amor, amistad y lucha. Durante este tiempo de convalecencia y recuperación, han sido muchos los libros que he leído, con diferente grado de interés. Aquí voy a enumerarlos todos los que finalicé con un breve comentario para que no se pierdan completamente en la memoria. Intentaré seguir el orden temporal con el que los leí. Vamos a ello.

  • Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite. Éste es el primero de una serie de audiolibros que escuché en las primeras semanas hospitalizado, cuando ni siquiera podía sostener un libro con las manos. El mayor problema era que, inevitablemente, por interesante que fuera la historia, acababa dormido, y tenía que retomar la audición hasta donde recordaba. Esta fábula de Martín Gaite fue una buena elección para aquellos días: es una bonita historia, bien escrita, y fácil de seguir. No es una gran obra en ningún sentido, pero guardo un buen recuerdo.
  • Castellano, de Manuel Rivas. Otro audiolibro, en este caso más difícil de seguir porque se entrelazan la historia de la revuelta de los Comuneros de Castilla con las experiencias vitales propias del autor sobre su identidad castellana. Tanto uno como otro hilo me resultaron muy interesantes: respecto a los Comuneros, porque, como castellano, me gusta conocer mejor su historia; y respecto al propio Rivas, porque me sentí muy cercano a sus dificultades identitarias.
  • Los asesinos del emperador, de Santiago Posteguillo. El tercer audiolibro que escuché, aunque éste fue imposible finalizarlo. Me encanta el mundo clásico, cualquier cosa relacionada con la Antigua Grecia o Roma, pero con este pastiche no pude. Además, sus constantes adelante y atrás temporales, entremezclando las vidas de distintos personajes, no lo pusieron fácil como audiolibro. No le pillé el punto a Posteguillo, a pesar de su éxito.
  • Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro. Ya empezamos con los libros de papel. Éste es un regalo de Jaime, un jefe-compañero-amigo del trabajo, que fue a visitarme y estuvo siempre interesado en mi estado. Esta obra es pura orfebrería. Frases perfectas de puro sencillas, con cargas de profundidad de quilotones. Alimento para el pensamiento, como dicen los ingleses, párrafo sí párrafo no. Se lee tan ligero que te arrepientes de no quedarte más tiempo en cada descripción, en cada diálogo y, especialmente, en cada pensamiento de Klara.
  • Every Time I Find the Meaning of Life, They chnage It, de Daniel Klein. Un delicioso libro en el que un filósofo comenta, desde pequeñas experiencias personales, citas de otros filósofos y pensadores que ha ido recopilando a lo largo de su vida. Solía recurrir a este libro para aprovechar tiempos de espera en viajes, en los que no tenía mucho tiempo para leer pero quería disfrutar de una lectura con fondo. Finalmente, en pequeños ratos de mi convalecencia, me lo terminé sintiendo un poquito de pena: fue casi una despedida.
  • Cómo ser un Estoico, de Massimo Pigliucci. Tocaba ser un estoico, de eso no cabe duda. Marco Aurelio me abrió la puerta hace tiempo con sus Meditaciones; con Séneca disfruté de literatura de altos vuelos y llena de buen sentido con sus Tratados Morales. Para seguir conociendo más de esta escuela, opté por la introducción de Pigliucci. Me abrió nuevas vías de reflexión, y me descubrió a Epicteto, aunque creo que va muy lejos justificándolo en algunas de sus opiniones más radicales (véase más abajo).
  • The Haves and the Have-nots, de Branko Milanovic. Empleé este libro para intentar mantener el nivel de inglés mientras estaba en el hospital, leyendo en voz alta y apoyándome en el diccionario en línea del Kindle para consultar pronunciaciones. La verdad es que me sentí un poco decepcionado, porque me pareció una enumeración de casos prácticos sobre las dificultades estadísticas de las métricas de desigualdad a distintas escalas geográficas; poco se hacía referencia al por qué de las desigualdades. Algunos de los casos, que el libro llama "vignettes", hacían referencia a situaciones actuales o futuras, y otros analizaban escenarios históricos o hipotéticos, como el de Anna Karenina.
  • El peón, de Paco Cerdà. Éste fue otro regalo, de mi cuñada Mila; junto con su marido Blas, también han estado muy pendientes de mi todos estos meses. Familia con mayúsculas. La obra fue una elección mía: otro de los pasatiempos durante este tiempo fue el ajedrez, y las historias mezcladas de Bobby Fischer y Arturito Pomar, con el punto fijo de su partida de 1962 en Estocolmo, me provocaron suficiente curiosidad. Pero, además, Cerdá aprovecha este hilo para contarnos las vidas de personas que fueron peones de partidas más grandes, en las que ejecutaron sus movimientos siguiendo su compromiso personal o, sencillamente, su modo de ser, a pesar de las consecuencias. 
  • El tiempo de los héroes, de Javier Reverte. Para no dejar de lado uno de mis temas favoritos, la Guerra Civil, escogí una biografía novelada, huyendo de ensayos y obras más sesudas. En este caso, Reverte novela la vida de Juan Modesto, uno de los generales de la República más célebres, y que tuvo un papel protagonista en diversas operaciones de la guerra. Al igual que con La Forja de un Rebelde, de Arturo Barea, presenciar los eventos históricos desde el punto de vista de una persona que participó en ellos los hace más vívidos, más cercanos. La vida de Modesto es buena semilla para una gran historia, pero creo que el autor cae en cierta complacencia con el personaje.
  • Manual de vida, de Epicteto. Algún clásico tenía que haber y, dadas las circunstancias, tras la lectura de Cómo ser un Estoico, le tocaba el turno a Epicteto. En realidad, el filósofo no dejó ninguna enseñanza escrita, sino que el Manual, o "Enquiridion", son las notas de su alumno Arriano. Alguno de sus aforismos son claros como el cristal; otros, oscuros, como cuando hace referencia a lo "divino", o la "divinidad", sin definirla. Reconozco que Epicteto me dio algún bofetón de realidad cuando hacía falta; un "zasca", como diríamos coloquialmente estos días. En otros casos, su dureza me decepcionó: sencillamente, uno no puede permanecer tan impasible ante la muerte de un familiar. Ante Epicteto, siento que sólo hay dos posibilidades: o ser Dios, o ser piedra.
  • La teoría del todo, de Stephen Hawking. Justo había comprado este breve libro antes del desafortunado accidente, y lo acabé después en el hospital. Una decepción: en una prosa ágil y accesible a la lectura, te explica asuntos bastante complejos de la física fundamental como si realmente los estuvieras entendiendo, y todo ello con una bien disimulada, o quizá no tan bien, pátina de autopromoción académica. Lo bueno del libro es que me dejó con ganas de saber más de estos temas.
  • Purgatorio, de Jon Sistiaga. Otro regalo, esta vez de mi hermano Enrique y su mujer Eva, que me llevaron en su visita a Toledo. Estaba claro que se iba a trata de una novela de ensayo, en la que, con un argumento y una profundidad literaria más o menos sólidos el autor nos iba a desplegar cuáles eran sus puntos de vista sobre el por qué y el como del nacimiento, desarrollo y desaparición de la organización terrorista ETA. Así fue, pero reconozco que la novela es correcta, y la trama de novela negra es interesante aunque relativamente predecible: no diré que sabía cómo iba a terminar, pero sí que, a cada paso, sabía cuál iba a ser el siguiente. Las tesis del autor sobre ETA, eso sí, creo que son, en estos tiempos, lugares comunes.
  • Data Mesh, de Zhamak Dehgani. Libro profesional, de trabajo. Es el cimiento fundacional de toda una corriente de pensamiento sobre las arquitecturas de datos que está desencadenando nuevos proyectos IT en muchas organizaciones. En este sentido, es como un libro de texto: hay que leerlo sí o sí, va con la profesión. En otro orden de cosas, su estilo de escritura es tan aséptico, neutro y denso que cuesta mantener una lectura a tope de concentración más allá de quince minutos. Creo que los libros técnicos de tecnologías de la información, si no son obras de referencia, y sobre todo si son de arquitectura, tienen un desafío por delante para facilitar su lectura y comprensión.
  • ¿Cómo pudo ocurrir?, de Julián Marías. El prestigio de Marías como filósofo en este país está claro; y su voz como intelectual ha sido siempre escuchada hasta su muerte. En este pequeño ensayo intenta dilucidar los motivos por los que este país se metió solo en el laberinto de muerte y dolor que fue la Guerra Civil. El hecho de que Marías fuera soldado del ejército republicano da todavía más interés a la obra: no es el análisis frío de alguien ajeno al conflicto. Creo que da claves acertadas sobre lo que provocó la guerra. Lo que quizá me falta son propuestas políticas para evitar que se repita: todo se fía a recordar el pasado sin que nos condicione. Ah, y la expresión "los justamente vencidos, los injustamente vencedores", me parece un retruécano lingüístico para poner en una tierra intermedia que no hace justicia lo que sucedió.
  • Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway. Conseguí una edición de bolsillo en un mercadillo montado por la biblioteca de pacientes del hospital. Esta obra logró que muchas personas en el mundo, sobre todo estadounidenses, conocieran nuestro conflicto y se interesaran por él. No puedo juzgar a Hemingway como escritor en su conjunto, pero puedo decir que esta novela no es de una gran calidad literaria, quizá por culpa de la traducción; por otro lado, es una historia que capta la atención del lector y le mantiene en vilo hasta el desenlace final. Hemingway, a través del protagonista y las historias del resto de personajes, intenta dar una imagen personal, honesta, de cómo éramos (¿somos?) los españoles como pueblo y qué fue la Guerra Civil para este país, en el frente y en la retaguardia
  • El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl. Tantas veces recomendado, tantas veces referenciado en otras obras y en charlas sobre psicología y motivación... Si tenía que darle una oportunidad, era en estos momentos. Es un librito pequeño en tamaño, pero grande en profundidad y, también, en alcance. La primera mitad, sobre lo que mueve a los hombres y les hace sobrevivir en las peores circunstancias, basándose en la propia experiencia del autor en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, es demoledora. La segunda mitad, que parte de la anterior para explicar los orígenes de la escuela de psicología fundada por Frankl, la logoterapia, es también absorbente, aunque no disipó algunas de mis dudas sobre la psicología y la psicoterapia: me parece una profesión muy delicada, al mismo nivel que un neurocirujano, y muy preparada para diagnosticar, pero no para "sanar".
  • La ciencia de la Ciencia Ficción, de Manuel MorenoJordi José Pont. Un librito que me regalaron después de una visita al CaixaForum en Madrid (yo no hice la visita, obviamente). Si te gusta el género, se lee con placer y agilidad. Como era de suponer, es una sucesión de casos en los que las películas de ciencia ficción abusaron de algunos conceptos científicos por el bien de una historia emocionante. Eché de menos alguna explicación más profunda de algunas cuestiones interesantes.
  • Neurociencia del cuerpo, de Nazareth Castellanos. Para mí, una idea buena materializada en un libro fallido, por diversos motivos, pero, sobre todo, por dos: la pretensión de profundidad intelectual, que llena la obra de citas y referencias traídas por los pelos, y una inquietud de espiritualidad, como algo inasible por la ciencia, antes y ahora, que le pone a todo una pátina de new age. Aunque pueda estar de acuerdo con sus tesis, creo que merecían un desarrollo ensayístico más sólido (lo de Descartes bajando del tren para visitar a Pascal fue la gota que colmó el vaso).
  • La edad de la penumbra, de Catherine Nixey. Éste lo había empezado a leer a ratos antes del accidente: se me hizo cuesta arriba, y sólo logré finalizarlo a mi regreso a casa tras la hospitalización. El ensayo se hace prolijo y repetitivo ya apenas en el capítulo 2: a partir de ahí, "point taken", como dicen los ingleses, y el resto es sólo acumular evidencias que respalden la tesis de la autora. Siento que es, sin embargo, un libro sincero, cuya longitud y detalles vienen del profundo conocimiento de la autora. Es una pena que las 300 páginas sean un estándar actual para la no ficción, porque con 150 este libro hubiera sido redondo. También es cierto que otras, obras con muchas más páginas, resultan apasionantes: ejemplo, Pompeya, de Mary Beard. 
Además, hubo libros de índole profesional que sólo enumeraré aquí. Aunque su lectura se me hizo árida en el hospital, intenté mantenerme al día en mi campo de trabajo gracias a ellos:
  • Data Mesh, de Zhamak Dehghani.
  • Team Topologies, de Matthew Skelton y Manuel País.
Mientras todo el proceso de recuperación continua una vez fuera del hospital, nuevos libros vienen a ser las siguientes etapas de este viaje interior. Serán compañeros de camino en un proceso que sigue siendo incierto y que, además, supondrá un antes y un después con realidades diferentes. Seguiremos navegando.